martes, 23 de diciembre de 2014

BETI MARMOL DA EN LA DIANA

Del Muro de Face de mi amiga Beti (Magistral)

Tertulianos modo Tupper Ware System: con una versión mejorada del tradicional AutomaticRepellingdetóloquedigas (por sensato que sea), juntas de silicona aislantes del razonamiento ajeno, sistema de protección al vacío de los propios argumentos, ignorador básico de moderadores y nuevo concepto de la brevedad. Ya disponibles en todas las radios y televisiones del lugar.




martes, 9 de diciembre de 2014

BANDISMO ESPACIAL









(Casa Pepe - Despeñaperros)

....O locativo, o geográfico..


Hay lugares cuya esencia es servir al bandismo. Espacios que nacen ya diseñados para servir de sitio para el encuentro de los de mi bando y donde quienes lo crean y lo pueblan esperan que de sentirse tentado uno de los otros se terminara sintiendo tan incómodo que desistiera de entrar siquiera. Son lugares en que se respira el bandismo, la exclusión del que piensa distinto. Están pensados no solo para que los unos se sientan en casa (como por ejemplo un local de la Casa de Galicia en Nueva York), sino para que los que no sean de los suyos se sientan incómodos.

Una vez entré sin querer en una Herrikotaberna. Y me sentí expulsado con la mirada, mal recibido. 

Hay bares de peñas futbolísticas en que se tiene también esa mala vibración, campos de fútbol (o parte de sus gradas), incluso pueblos..ciudades.. regiones.. países enteros.

¿Qué haces aquí? ¿Cómo te atreves si no eres de los nuestros? Anda que no hay sitios..

Y ya.

lunes, 1 de diciembre de 2014

¡¡POSTRAOS MISERABLES, ADORAD AL BECERRO DE ORO DE LAS AUDIENCIAS!!


Algún día nos arrepentiremos de haberles dejado hacerlo. Y entonces nos daremos cuenta de que sin nosotros no hubieran podido y que fuimos sus cómplices necesarios. Y no habrá marcha atrás. Surgieron por nuestra culpa y los mantuvimos ahí. Colaboramos en su infamia. No eran nada y los aupamos. Y montaron la que montaron. Y si no al tiempo.

Una nueva calaña periodística que jamás se guió por servir a la verdad sino a la más cutre de las motivaciones: la pasta. 

El mecanismo era simple y reconocible: Las televisiones querían ganar dinero. Cuanto más mejor. Para ello debían lograr anunciantes que les pagaran. Estos querían que sus productos se vieran por el mayor número de personas. Necesitaban reclamos que aumentaran audiencias. Lo normal.. Esa será la excusa que nos pongamos cuando miremos atrás dentro de unos años. La pescadilla que se muerde la cola.

Entonces unos cuantos avispados se dieron cuenta del chollo. Si doy espectáculo me llamarán a mi y me pagarán una pasta por programa. Me disfrazaré de periodista serio. Me haré imprescindible y me tendrán que seguir llamando. ..
Y la mejor forma para hacerlo será polarizar, tensionar, cabrear al personal, haciendo que se posicione o conmigo o contra mi. Mentiré, difamaré, da igual.. Me forraré. Y eso lo justifica todo.

Ocuparon nuestras conversaciones. Les dimos fama. Los dejamos guiarnos y los convertimos en gurús a los que seguir en sus opiniones. Nos cabreamos entre nosotros siguiendo su plan, sus directrices,..usando sus frases.

Por el camino quedó el periodismo, la verdad..

Y nos posicionaron (y nos dejamos posicionar) unos contra otros, en bandos claros y reconocibles. Enemigos enfrentados que se odiaban al dictado de lo que nos iban diciendo estos profesionales del cabreo y la insidia. Y un día aquello estalló tal era el grado de cabreo que se había generado. Y ya no hubo remedio ya que no supimos verlo a tiempo y pararlo aunque estaba en nuestras manos.

(Para más abundamiento sobre el tema)

domingo, 23 de noviembre de 2014

SI NO ESTÁS CON LOS TIRIOS ESTÁS CON LOS TROYANOS

Ay de quien, en España, no está ni con tirios ni con troyanos! Será repudiado por unos y otros. Se rechaza el diálogo, se abomina del pacto, se ridiculizan las terceras vías, se promueve el alineamiento frentista, se alienta la confrontación, se exalta a los nuestros y se denigra al adversario escarneciéndolo como enemigo… Pudo parecer por un momento que, al estar mucho mejor comidos y algo más desasnados, habíamos abandonado nuestra pulsión cainita más profunda. Pero no ha sido así. Esta ha renacido para satisfacción de dogmáticos, alivio de frustrados, justificación de cobardes y desahogo de impotentes. En suma: no niego ninguna -¡ninguna!- salida al contencioso que tenemos, pero sí abomino de las actitudes que van cristalizando a uno y otro lado, y que impiden hallarla en paz y concordia.

Juan José López Burniol -LA VANGUARDIA-22-11-14

lunes, 17 de noviembre de 2014

MANUAL DE INSTRUCCIONES PARA CAMBIAR DE OPINIÓN

Cambiar de opinión no está bien visto. Sólo hay que pensar en cómo se rescatan artículos de juventud de políticos para dejarles en evidencia o cómo se recuerda, por ejemplo, que determinados periodistas conservadores fueron de extrema izquierda cuando estudiaban en la universidad. Por eso no nos extraña el consejo del escritor valenciano Joan Fuster: “Reivindica siempre el derecho a cambiar de opinión, es lo primero que te negarán tus enemigos”.
Cuando alguien cambia de idea, lo vemos como una falta de coherencia, en lugar de como un ejercicio de rigor. Y si somos nosotros los que modificamos nuestro punto de vista, lo vemos como una rendición, como si finalmente y tras decenas de conversaciones sobre el tema, nos viéramos obligados a admitir nuestra derrota.
Sin embargo, persistir en un error no tiene nada que ver con ser fiel a unos principios. Y además y como mínimo, deberíamos ejercitarnos en poner en duda nuestras creencias, para comprobar que no son sólo fruto de la inercia.
Aquí van algunos consejos para practicar la sana costumbre de ponernos en duda a nosotros mismos.

1. Evita el momento “¿pero qué…?”. Es decir, ese instante en el que oyes una opinión contraria a la tuya y la rechazas de plano. Ese rechazo es emotivo y sólo lo racionalizamos y justificamos a posteriori, tal y como explica Michael Shermer en The Believing Brain. Es decir, nos identificamos con una posición que habitualmente heredamos de nuestros padres, nuestro grupo de amigos o por nuestra educación. A partir de ahí seguimos de modo casi automático sus dictados, casi sin cuestionarnos nada al respecto.

Es más, interpretamos las supuestas pruebas de cada argumento según nos interese. Rechazamos la información amenazante y confiamos en la que nos gusta, como se explica en este artículo de Mother Jones acerca de por qué (a veces) no creemos en la ciencia. Este mismo artículo recuerda estudios que demuestran que consideramos sesgados los artículos y trabajos con los que no estamos de acuerdo, mientras que nos parecen mucho más neutrales y trabajados los que exponen opiniones favorables a las nuestras.

2. Por muy abiertos que nos creamos, tendemos a hacer más caso de la gente que es como nosotros: según otro estudio, los votantes del partido republicano estadounidense eran más propensos a dejar de pensar que Barack Obama es musulmán si quien les presentaba las pruebas era un hombre blanco.

Esto es aterrador, pero da una pista acerca de cómo cambiar de opinión: poco a poco. Si tienes dudas acerca de lo que piensas respecto al cambio climático, por ejemplo, lee a alguien que no esté de acuerdo contigo, pero que no exprese una opinión totalmente opuesta, que te caiga bien y que te parezca lo suficientemente inteligente como para suponer un modelo aspiracional. No escuches, al menos de entrada, a ese tipo al que no soportas y que te obliga a cambiar de canal nada más verlo por la tele. 

3. Importante: no veas debates televisivos. En estas tertulias sabes de entrada qué va a decir cada uno de los invitados, que suelen venir en representación de un determinado grupo de opinión. Incluso puede que aciertes en las frases exactas. No hay charla, sino un repertorio de dos o tres consignas por cada tema, que se exponen de forma desordenada y con la única intención de convencer a los ya convencidos. Nadie cambia de opinión tras uno de estos espacios televisivos o radiofónicos.

4. Un motivo por el que podemos adivinar qué piensa cada tertuliano es que, como comentábamos antes, nos adscribimos a las ideas de un grupo y nos mantenemos fieles a ellas sin cuestionarlas. Por tanto, hemos de desconfiar de los patrones, especialmente de los nuestros. Es decir, si nos consideramos, por ejemplo, de izquierdas, es muy probable que estemos a favor de la separación entre iglesia y estado, de una ley del aborto más abierta que la actual, de una educación y sanidad públicas, de que los catalanes puedan votar y que tanto los toros como las declaraciones de Aznar nos revuelvan el estómago. Reconocer esos patrones nos puede ayudar a reevaluar nuestras ideas: ¿creemos que hay que subir los impuestos a los más ricos porque es una forma de redistribuir la riqueza o simplemente porque es lo que “nos toca” y después racionalizamos esa opinión?

5. Si crees que esto no te puede pasar a ti y que tú eres una persona racional y juiciosa, haz como Scott Adams, el creador de Dilbert, y escribe una lista de las últimas veces que cambiaste de opinión sobre algo importante. No hablamos de marcas de champú, sino de lo que piensas sobre la vida. En el caso de Adams, entre los 30 y los 39 años sólo dejó de creer en ocho cosas. Y eso que él se considera escéptico. Tras escribir esta lista, tenemos dos opciones: creer que la mayor parte del tiempo tenemos razón en casi todo o estar dispuestos a cambiar de opinión a menudo.

6. Recuerda que no tienes por qué dar tu opinión en cada momento: puedes tomarte tu tiempo, estás en tu derecho de, simplemente, “pasar turno” en el bar. La indecisión es positiva porque es una forma de recordarte a ti mismo que quizás no sepas lo suficiente del tema como para tener una opinión formada, más allá de la reacción emotiva, casi instintiva, de soltar un comentario que parezca adecuado a "los tuyos". La primera respuesta es emotiva e instintiva. Puede que estés de acuerdo con ella, pero no tiene nada de malo que pienses un poco primero.

7. Si nada de esto funciona, escribe tus ideas con la mano izquierda. O con la derecha, si eres zurdo. Aunque parezca ridículo, nos sentimos menos cómodos con lo que escribimos con la mano tonta, en un curioso caso de transferencia psicológica. El mismo estudio sugiere además que la defensa persistente y entusiasta de una idea podría implicar en realidad duda. Es decir, si te enfadas mucho en una discusión de bar y necesitas gritar tu opinión, es muy posible que tú mismo no estés muy seguro de estar en lo correcto.

8. Recuerda que este artículo habla de ti. Y de mí, claro. No de ese amigo con el que discutes habitualmente y que siempre te parece estar equivocado en todo.
En definitiva, la frase "rectificar es de sabios" debería ser algo más que una excusa que soltamos, avergonzados, cuando alguien nos pilla en un error que no podemos justificar.

| El Pais, 17 de noviembre de 2014

miércoles, 12 de noviembre de 2014

DISCIPLINA DE VOTO

La más asquerosa expresión de obediencia sumisa acecha: la disciplina de voto o de partido. Se resume en la idea de “Si soy de estos he de aceptar todo lo que defiendan sea lo que sea” (“El que se mueva no sale en la foto” Alfonso Guerra dixit).
La comodidad hace que aceptemos cada vez más fácilmente las posturas decididas de antemano que nos vengan dadas desde arriba. Lo hacemos en bloque, para evitarnos tener que pensar, y asumimos igualmente en lote como equivocadas todas las del otro bando sin pararnos a escucharlas ni tratar de entenderlas o criticarlas constructivamente. Se llega así a la conclusión de que no puede haber una sola idea correcta entre las de “los otros”. Al final lo haremos de manera automática.
En nuestro país estamos acostumbrados a ver las concreciones reales de esta distorsión democrática a diario. Nuestro propio modelo político y social se basa en él.  Algunos de los sentidos más falaces y asumidos de este postulado están recogidos en la propia Constitución como cuando consagra el sistema parlamentario de partidos o la fórmula de la negociación colectiva desde la base de la agrupación de las ideas y las personas en bandos. Su máxima distorsión es el bipartidismo actualmente existente.

¿Quién no ha pensado alguna vez que con lo que cobran nuestros diputados y lo que piensan por sí mismos sería más rentable que las Cortes estuvieran compuestas solo por los portavoces de cada partido en lugar de por más de trescientas de sus señorías? Bastaría con que una maquinita multiplicara el voto de estos portavoces por el número de escaños que tiene cada partido y así se formarían las mayorías. De este modo no obligaríamos a nuestros representantes a la engorrosa tarea de tener que ir al Congreso a trabajar. Nos ahorraríamos el penoso espectáculo de verles llegar tarde a una votación corriendo por los pasillos desde la cafetería del Congreso y tener que aporrear la puerta de la sala del hemiciclo para que les dejen entrar, o el de votar por su compañero con el pié,.. pero sobre todo nos evitaríamos el patético trámite de sus señorías buscando con la mirada a su director de filas que les indica con los deditos lo que deben votar sobre un tema del que ni siquiera saben de qué se trata (y rezar para que no se equivoquen de botoncito).


Nuestros dos principales partidos políticos actúan así. Nos proyectan la imagen interesada de que son dos bandos irreconciliables y de que nunca estarán de acuerdo ni sobre temas en los que no tienen opinión creada como partido. Todos sabemos que nuestros diputados no saben pensar por sí mismos como regla general (la regla se llama disciplina de partido). Cuando están organizados miran al portavoz del grupo que les hace una indicación para hacerles saber “lo qué piensan sobre algo”. Pero en los casos más groseros les vemos votar simplemente lo contrario de lo que vota el otro partido. Sea el tema que sea. Las ideas se agrupan por fajos (u obediencias) y los frentes contrarios no pueden estar de acuerdo en nada. Punto.

¿No te pone nervioso oír de pronto en un mismo día y durante varias semanas a todos los lideres de un partido repetir la misma frase sean de donde sean? Nuestros pro-hombres necesitan que alguien les dicte cada día qué es lo que tienen que pensar y decir ante las cámaras si les ponen un micro en la boca a la salida del restaurante. No sólo se trata de disciplina de partido y de dar imagen unificada, también hay que evitar que piensen por sí mismos (Claro que ellos se prestan. Se juegan el sueldo). No hay que ser muy listo para darse cuenta de que no es casualidad. A menudo pienso quienes serán los que las preparan, redactan y remiten a todos los despachos para que los políticos de cierto nivel sepan las instrucciones del día y lo que deben pensar (huy que lapsus, he querido decir contestar) si se les pregunta. ¿Serán grandes estrategas políticos?, ¿Serán los famosos “fontaneros de la Moncloa”?, ¿Será una subcontrata?, ¿Será un genio del mal? Estos creadores de “mantras” políticos tienen gran influencia. Basta entrar en una cafetería y ver a la gente repitiendo la frase-tópico del día. Estos sí son verdaderos generadores de opinión. Son la mayor representación del frentismo agrupado.

Tenemos una buena paradoja en la entrada en el panorama político de partidos a los que no pueden encajar claramente como aliados de los unos o de los otros. ¿Por qué se sienten tan descolocados los partidos clásicos? Porque no saben claramente si son de “los suyos” o de “los otros”. Rompen las reglas. No se puede saber de antemano a quien van a apoyar en cada votación. ¿Cómo puede ser que estén de acuerdo con algunas de sus propuestas y con otras no? No está claro quién es su partido o facción opuesta. ¿Todos? 

Durante un tiempo se ha convertido en una constante encuadrarles en uno u otro bando según interesara en cada momento a quien hablaba. Finalmente han terminado dándose cuenta de que como les van a quitar votos a los unos y a los otros (que es lo único que les importa a ambos por encima de las ideologías o el interés del ciudadano) son enemigos de ambos: Son "El enemigo".

Los verdaderos enemigos de la democracia y el librepensamiento  y las mayores falacias de la historia son la obediencia debida, las consignas de partido, la disciplina de voto, las instrucciones a aceptar ciegamente, los programas electorales entendidos como conjunto de ideas que se aceptan o rechazan en bloque, las órdenes venidas de arriba, los dogmas indiscutibles,..

Adherirse a un grupo, e incluso admitir la existencia de la jerarquía interna del mismo, no es lo mismo que renunciar a la individualidad ni mucho menos hacer un acto expreso de sumisión. Solo es asumir una forma concreta de organizarse para alcanzar más eficazmente los objetivos. Una lección aprendimos de los totalitarismos corporativistas (“La patria antes que el individuo”) y es la mejor lección de las democracias socialdemócratas y liberales: Que lo accesorio no nos oculte nunca lo importante, que lo instrumental no supere lo esencial: toda estructura ha de estar al servicio del INDIVIDUO. Por encima del grupo (sindicato, partido, asociación, equipo..) siempre ha de estar cada persona que lo componga y sus criterios propios.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

VERGÜENZA AJENA

Hablar solo con gente que piensa como tú es lo que tiene.
Creer dogmáticamente que quien no lo hace está equivocado lleva a defender a veces lo indefendible.
He observado a mi alrededor el curioso fenómeno que produce en muchas personas la pertenencia a unos colores, un equipo, un grupo social, un partido o la afiliación a un “bando” concreto. Hay gente que deja de pensar por sí misma y de ser crítica al cabo de poco tiempo. Como por arte de magia empieza a repetir frases hechas que le dictan o que lee en los medios afines. Empieza a tener principios que vienen en lotes con otros, a aceptar como suyo lo que le dicen que debe pensar sobre los temas. Se cierra en las relaciones sociales sólo a “los suyos” con el perjudicial efecto radicalizador de la endogamia ideológica. Sus ideas se hacen predecibles y su discurso meramente repetitivo del de otros que se lo dictan. Su sentido crítico se apaga y al poco tiempo simplemente apoya lo que dicen los suyos y critica lo que dicen los otros. Sin pararse a pensarlo.
..pero a veces pasan cosas que no puedes defender por mucho que sean los tuyos quienes las hayan hecho (precisamente por que han sido los tuyos quienes las han hecho). El corporativismo y la lealtad entonces descubren que tienen límites y has de agachar la cabeza avergonzado por lo que han hecho quienes tanto defendiste ciegamente.
Y si tienes dignidad, si tienes criterio propio o alguna vez lo tuviste, no despejaras balones ni responsabilidades. Seguirás creyendo en tus principios, pero por ti mismo, no por pertenencia (si no te han defraudado tanto como para renunciar a ellos). Y exigirás a quienes te defraudaron que se vayan y limpien lo que han manchado, lo que tú querías. Te personarás como su primer acusador en lugar de defenderles tal es el daño que, a ti el primero, han hecho. Porque fue a ti a quien traicionaron antes que a nadie. Y sentirás vergüenza ajena y pagarás por su traición y tu falta de sentido crítico. Porque confundiste lealtad con obediencia y coherencia con disciplina y anulacion acritica de ti mismo. Y con ello les diste alas. Y ahora no puedes mirarnos a los ojos sin sonrojarte. Pues sabes que algo de la culpa es tuya.

miércoles, 15 de octubre de 2014

¿QUE A QUÉ ME REFIERO CUANDO HABLO DE PERIODISMO BANDISTA?

A esto:

Carlos Herrera manipulando en Onda Cero a un entrevistado

Atentos especialmente a la parte de la entrevista que va desde el minuto 00:53:20 hasta el 00:57:00.

No se trata de la cuestión de fondo sino de la forma. Independientemente de estar de acuerdo o no con la tesis del entrevistado o con la del entrevistador (que creí que era periodista y se debía a la objetividad y a la verdad) este ejercicio de manipulación es de manual. 

- Le pone en situaciones tensas para obligarle a posicionarse entre las dos únicas posibilidades que le da para ello, no más.

- Le insiste varias veces con un lenguaje agresivo en que aclare cual es la suya entre dos posturas.

- Pone en sus labios conclusiones forzadas que el otro no ha dicho en ningún momento por deducción interesada.

- Saca titulares manipuladores y descontextualizados.

Contra la tranquilidad del entrevistado la tensión artificiosa del entrevistador. Parece querer decir todo el rato en su encerrona dialéctica "¡Que te aclares ya, coño!" para poder atacarle cuando lo haga o en caso de no hacerlo arrinconarle con ataques a su supuesta incoherencia o debilidad argumental. ¡Bandismo del bueno!

(Aunque para ser objetivo también es verdad que a lo mejor esto se solucionaba si los políticos fueran más directos en sus respuestas y dieran menos circunloquios oportunistas, siendo más fieles a una idea para que tuviéramos "seguridad política").

lunes, 22 de septiembre de 2014

ELEGIR Y HACER ELEGIR

Elegir está bien. La vida consiste en hacer elecciones. A veces estas te exigen posicionarte y ello implica en ocasiones hacerlo contra la postura de otros. Elegir a menudo conlleva posturas valientes, malos ratos, tensiones y enfrentamientos con quien piensa diferente. Hasta ahí todo normal, C´e la vie. Ser coherente con tus principios no siempre es fácil ni agradable.

Pero posicionarse es una opción personal e individual.

Lo que no está bien es hacer elegir. Obligar a que otro se posicione (Y menos aún presumir su elección sin que la haya hecho por algo que dijo y que por conexión se "sobre entiende" que en esto dirá  "será de los unos o de los otros y por tanto pensará tal o cual cosa sobre un tema")

Obligarte a tomar postura, a "ser de uno u otro bando" como si estuvieras obligado a hacerlo, es uno de los comportamientos mas deleznables que conozco. Odio la expresión "Decídete". ¡Bandistas, dejad en paz a la gente!

Elegir es ser coherente con tus principios e ideas, pero nadie tiene derecho a exigírtelo salvo si le concedes expresamente ese derecho.

Ne dejes que te obliguen. Elige si quieres hacerlo. Y hazlo, si decides hacerlo, cuando consideres oportuno, no cuando te lo digan ellos,.

jueves, 18 de septiembre de 2014

UNA MAGNÍFICA REFLEXIÓN

JORDI ÉVOLE
Periodista

Catalunya, España y viceversa

Bienvenidos a la época de los blancos y los negros. Los grises, los matices, deberán esperar


LUNES, 15 DE SEPTIEMBRE DEL 2014
¿Se puede admirar y aplaudir el éxito rotundo de la 'V', con una multitud que salía a la calle por tercer año consecutivo, con la misma ilusión, con la misma alegría y sin provocar un solo incidente, pero a la vez decir que esa movilización ha contado con apoyos institucionales de los que no gozan ninguna movilización que se convoca en Catalunya como, por ejemplo, las que protestan contra los recortes en educación del curso que hoy mismo empieza?
¿Se puede admitir que la capacidad movilizadora de los independentistas roza la perfección, y a la vez reconocer que se han encontrado un aliado perfecto llamado Mariano Rajoy? ¿Se puede afirmar que es insultante pregonar que se le ha lavado el cerebro a más de un millón de catalanes a través de los informativos de TV-3, pero a la vez sostener que el papel propagandístico de la televisión pública ha sido vital para hacer más popular el independentismo?
¿Se puede criticar a TV-3, y a la vez decir que la información de TVE sobre el independentismo cojea justamente del pie contrario y provoca el mismo sonrojo? ¿Te puede parecer cívica, reivindicativa, festiva e incluso estética una protesta que consiste en formar una 'V'con los colores de la bandera catalana, y a la vez decir que muchos de los que participaron sentirían pavor ante una manifestación igual de cívica, reivindicativa, festiva e incluso estética, pero que en vez de 'quatre barres' tuviese los colores de la rojigualda, e incluso les llamarían fachas? ¿Y si fuese la Tricolor les llamarían antisistema?

Las portadas

¿Te puede parecer necesario que se celebre el Tricentenario, pero a la vez indignarte sabiendo el dineral público que se ha gastado en un momento en el que dicen que no hay dinero para nada? ¿Te puede dar asco que una embajada española censure la de presentación del libro de Sánchez Piñol -elogiado por el mismísimo Rajoy-, y a la vez sentir vergüenza ajena cuando el Ayuntamiento de Barcelona retira las banderolas de una exposición fotográfica porque la imagen era la de un torero?
¿Te pueden parecer ofensivas portadas de según qué prensa madrileña, pero a la vez te puede resultar tramposo el uso que se hace en Catalunya, como si todos los españoles pensasen como el editorialista de 'La Razón'? ¿Te puede parecer una evidencia que la mayoría de los catalanes quieren votar cómo tiene que ser su relación con España, y a la vez entender que haya españoles a los que les gustaría votar porque una decisión así les puede afectar?
Llegados a este punto, hasta te puede parecer más necesario que nunca empezar a destensar la cuerda, pero creo que hay demasiados intereses como para dejar de alimentar el conflicto. Bienvenidos a la época de los blancos y los negros. Los grises, los matices, deberán esperar.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

BANDISMO EXPLICADO DESDE UNA PERSPECTIVA FILOSÓFICA

Entrada magistral de Javier Hernández Iglesias.
El bandismo en su vertiente filosófica explicado aplicado a la política (sobre todo en la coyuntura española actual)

miércoles, 10 de septiembre de 2014


La ficción dialéctica y el neobipartidismo de Podemos

          Si hay algo que me desconcierta ya desde segundo de filosofía, es la facilidad con que se está dispuesto a creer, incluso en nuestra presuntamente postmoderna sociedad, en una estructura dialéctica del devenir y de la realidad. Me llena de estupor por qué se concede ese privilegio al dos, cuando la tendencia más natural parece que debería llevarnos a oponer como opciones alternativas monismo y pluralismo, y no monismo y dualismo, pues tan opuesto al uno es el dos como el tres o el cuatrocientos treinta y seis. Pero parece que la cuerda de un arquetipo ancestral fuera pulsada en nuestra psique cada vez que se nos ofrece un esquema dialéctico con que asumir nuestra posición en el mundo, y así cayéramos rendidos en los brazos de cualquier relato de lucha y superación de opuestos.

          La dialéctica es hija del logocentrismo defiende Derrida, pues si el pensamiento racional se centra en la verdad y esta es entendida como aletheia, desvelamiento, es que hay algo que la vela, que la oculta, por ello todo discurso privilegia algo entendido como originario, el logos, lo Uno, y esto conlleva necesariamente la presunción de un parásito que de él se deriva, pura alteridad, lo Otro, y que trata de ocultarlo. Así es como se permite resumir un no derridiano una de las claves del pensamiento del máximo artífice de la deconstrucción (no gastronómica). Lo fundamental es que todo "sí", toda afirmación, todo intento por asumir una identidad, genera un no-yo, y así todo discurso fundacional genera una ficción dialéctica, conduce irremisiblemente a una reducción dicotómica del ser a dos realidades siendo una auténtica o superior, y otra bastarda. Y así, hasta Nietzsche, se estira la historia del pensamiento occidental, asumiendo la dialéctica como algo consustancial al espíritu o a la materia, a la Historia, a la Razón.

          Yo diría que si hay algo de razón en estas profundidades metalingüísticas de Derrida, aparece sobretodo a nivel psicopolítico. Triunfa el dualismo en las mentes y en las sociedades. Donde no hay un monismo impuesto (una dictadura), el pluralismo supuesto de la democracia es efímero y tiende a consolidar bipartidismos más o menos imperfectos. Pablo Iglesias parece haber entendido esta tendencia, este instinto de la mente humana, ese filtro que las pulsiones de Eros y Thanatos imponen a nuestra mirada política (si no tomamos precauciones, y se ve que no las tomamos) generando inevitablemente un "nosotros" que deseamos y un "ellos" que ansiamos aniquilar. Es la política de tercio excluso. De este instinto, de esta ficción dialéctica que se ve que estructura nuestra visión política, la amansa, la simplifica, la conforma en todos los sentidos de la palabra, de ella beben los ismos políticos más poderosos de los últimos siglos: el comunismo y el nacionalismo. Son las teorías políticas epítome del pensar dialéctico del XIX, hijas de la misma ilusión reduccionista: solo hay clase dominada y clase dominante (ojo, en la sociedad en la que escribe Marx esto no es una completa ilusión, sí convertirla en esquema aplicable a toda sociedad pasada y futura) o solo hay autóctonos y extranjeros.

          Pablo Iglesias ya no habla de clases, suena viejuno y desde luego no responde a la realidad (los mejores pensadores marxistas como Erik Olin Wright hablan de una sociedad en que pervive la explotación pero entre múltiples clases), y el nacionalismo es el corazón del fascismo (aunque algunos ciegos quieran creer que los nacionalismos sin Estado no lo son). Pablo Iglesias habla de "casta". Sencillo, directo, fácil, ya tenemos el "ellos", y el "nosotros" es sencillamente Podemos o cualquiera que se diga "no casta" (¿y quién querría decir de sí mismo que lo es?). Es tan vago y general que es una verdad absoluta, infalsable. ¿Qué es casta? Pablo Iglesias no señala con el dedo, responde con eslóganes (let’s the show begin). ¿Un diputado honesto es casta? No se sabe, en el fondo dependerá de si “le ajuntamos” o no, de nuestra voluntad de incluirle en el “nosotros” o en el “ellos”, porque no existen los diputados honestos y deshonestos, ni los partidos, toda responsabilidad personal queda difuminada en un colectivo borroso (no se nos vaya a colar el pluralismo en el invento y realmente acabemos con el bipartidismo), solo existe “la casta”, perpetuamente redefinible ad hoc.

Pablo Iglesias ha dicho directamente que aspira a sustituir al PSOE (se entiende que a lo que el PSOE fue, no a este PSOE tumefacto), o sea, Pablo Iglesias aspira literalmente al bipartidismo y por eso su discurso es de una dialéctica tan simple como el "y tú más" del bipartidismo agonizante, y el PP acoge con alborozo ese juego de invisibilización de terceros (y cuartos y quintos). “O yo o el caos” consagra al PP como la otra pieza fundamental del binomio del que participe Pablo Iglesias, y por eso los populares hablan de Podemos más que de sí mismos. No hay corruptos, no hay partidos, no hay PP, por no haber no hay ni gobierno, solo "casta", el mal, el otro, el adversario que me define como lo que soy porque de hecho soy meramente "no casta". Pablo Iglesias solo dice con lo que va a acabar, no lo que va a crear, y por eso valen fórmulas tan generales, tan simples. No necesita más para apelar al dualismo atávico del ser humano que enmascara un monismo totalizador (susurra Derrida) y que impregna Podemos desde su logo-tipo mismo, un círculo, la bienredonda pelota de lo Uno parmenídeo, la Verdad. Hay que ser iluso para creer en una democracia de múltiples partidos o sin partidos piensa para sus adentros Pablo Iglesias: o eres la escupidera de uno de los dos grandes o eres el que escupe. El bipartidismo ha muerto, viva el bipartidismo. No necesitáis conciencia de clase, ni de nación, esas entelequias huelen a formol, escojamos una nueva: somos los que sí que pueden, y ellos, la casta. ¡Bienaventurado el pensamiento dicotómico, pues él os hará ganar elecciones!

martes, 9 de septiembre de 2014

ESTÁ HACIENDO FALTA UN ENEMIGO COMÚN QUE NOS UNA, PERO YA..


YO NO LO HABRÍA DICHO MEJOR

Entrada de septiembre de 2014 de "Magnífico Margarito" en su blog 
http://magnificomargarito.com/2014/09/04/derecha-vs-izquierda/


Derecha vs. Izquierda


Los pederastas, los violadores, los maltratadores, los torturadores de galgos, son gente de derechas. No pueden ser de izquierdas tampoco los que defienden a Israel porque estarían a favor de las muertes de niños de Gaza, de lo contrario estarían en contra de esas muertes, es decir, en contra de Israel y de los judíos. Estar con los judíos es de derechas. Estar contra los judíos es de izquierdas, excepto si se opone judíos a Hitler, en cuyo caso somos de los judíos y lloramos con “La vida es bella”. Hitler era al fin y al cabo un nacional socialista, como todo el mundo sabe eso es de derechas. Oh, wait…
 Y es que la pálida dama ha de ser de derechas. Como el Real Madrid, pálido merengue. Y el segundo uniforme, negro petróleo, porque el petróleo también es de derechas. Los que están a favor de la pena de muerte son de derechas, los de izquierdas no podemos estar a favor de la pena de muerte porque estamos con la vida, con la felicidad y con la alegría. La muerte es tristeza y oscuridad, excepto la de niños en el vientre de su madre, que esa es de izquierdas y los que defienden la vida son de derechas y fachas. Oh, wait…
 Es de derechas Mourinho porque es malo. Guardiola es bueno, ergo de izquierdas. No hay homosexuales de derechas, porque los de derechas están en contra de los homosexuales y creen que son diferentes, no se dan cuenta que los homosexuales son igual que los demás, es una opción sexual transversal a todas las razas, edades, creencias y opciones políticas. Oh, wait…
 También es de derechas pescar ballenas. Y los abrigos de pieles. Y los que van a los toros. Fumar puros es de derechas. Leer es de izquierdas, porque la cultura es de izquierdas. La filosofía, la historia, la ciencia son de izquierdas. La derecha es analfabeta y promueve el analfabetismo, quiere acabar con la educación y la universidad pública, para llevar a sus hijos a la privada, que es peor. Por eso quieren privatizar la educación, para llevar a sus hijos a la mala, a la privada, porque son los fakires del saber, el BDSM del conocimiento. No hay mas que ver el déficit disparado por los recortes que no han hecho… Oh, wait…
 Es de izquierdas la playa, comer vegetales y el ballet. Son de derechas los chuletones, los hoteles de primera línea que joden la costa y el turismo masivo, excepto si el turismo masivo es a Sitges. El machismo, evidentemente, de derechas. No puede haber machistas en UGT ni en Jueces por la democracia (la democracia es también de izquierdas), en qué cabeza cabe… Todo lo que atenta contra la igualdad es de derechas. Como el feminismo, por ejemplo. Oh, wait…
 Los padres que no cuidan de sus hijos son de derechas, porque los de izquierdas, al tener más sensibilidad, cuidan a su prole de modo delicado y multicultural, con sensibilidad exquisita y afrancesados modales. Los padres de derechas están mientras tanto en puticlubs tomando whisky y pellizcando el culo a las putas. Luego llega el divorcio, claro, y los padres que han cuidado a sus hijos (los de izquierdas) pelean por el derecho de sus hijos a seguir viendo y viviendo con su padre, y eso es un atentado a la mujer, una forma de maltrato que solo puede ser derechas. ¿Serán fachas estos cabronazos que quieren cuidar de sus hijos? Que aprendan de los fachas, que no molestan a la mujer divorciada mientras cuida de sus hijos en casa, que es lo progre. Oh, wait…
 Si por mi fuera, os podríais ir todos a tomar por el culo.

jueves, 31 de julio de 2014

LA LOCURA


1) Uno de esos que no saben ser pro nada sino solo anti (antisistema, antifascista..) se dirigió hacia Carlos y le agredió en el metro sin mediar palabra. Iba vestido con un pañuelo palestino para cubrir su cara durante el ataque. Llevaba una pegatina con la bandera de Palestina que rezaba "Paz para el pueblo palestino" ...

2) Resulta que se había enterado leyendo un foro de sus enemigos naturales, los Skinheads nazis de su barrio, de que uno de sus lideres había aplaudido un comentario en redes sociales de Carlos y le había llamado "uno de los nuestros", motivo más que sobrado para considerarlo inmediatamente su enemigo al que tenía por tanto derecho a agredir..

3) El lider Skinhead había mostrado su acuerdo con la entrada de Carlos comentando a su vez que: "Tienes razón amigo. Veo que eres uno de los nuestros. Los judíos son lo peor. Estoy contigo. Sigh Heil!!." ...

4) La entrada de Carlos, la inicial, la que lo provocó todo,  había sido furibunda e indignada, instintiva, enfurecida ante unas imágenes atroces que había visto de unos cadáveres de niños tras un bombardeo en Gaza. "¿Pero es que en Israel nadie va a poner algo de sentido común a esta locura?". No pretendía ponerse de parte de nadie, solo se quejó de la injusticia de un acto concreto. Sin embargo las presunciones, las ideas entendidas por paquetes, los enemigos "naturales" o "comunes" .. le costaron caro. 

5) Paradógicamente un inocente comentario que defendía a los palestinos de la barbarie había completado el círculo vicioso de la locura.

lunes, 21 de julio de 2014

PERO ENTONCES..¿QUE C****** ES EL BANDISMO?



Como la violencia y la agresividad (o tal vez al ser razón última de estas), el "bandismo" es una querencia de nuestra condición. Una tendencia intrínseca al hecho de ser humanos que va de serie en nuestro instinto y a la que nuestro ADN ético nos indica que debemos hacer todo lo posible por resistirnos. Y sin embargo es tan fuerte en nosotros cultural y socialmente (puede que fisiológicamente o psicológicamente como una especie de impronta) que es fácil creer que nos es consustancial y que en realidad no debemos renunciar a ello o que no es un defecto sino una virtud (o cuando menos algo tan nuestro que no hay por qué plantearse luchar moralmente contra ello). 
Soy de la opinión de que es un comportamiento aprendido más que algo instalado en nuestra psique desde antes de nacer porque también creo que hay sociedades en las que es menos pronunciado y otras (Sin duda la española) en que lo está de manera completamente enraizada.

No es una técnica en si mismo aunque hay personas tan hábiles que han detectado todo el potencial que tiene esta querencia del ser humano, esta cierta necesidad, y la explotan para sus intereses económicos o de poder e influencia (periodistas, medios de comunicación, políticos, religiones..) desarrollando, ellos si, una completa técnica para ello.

Tiene mucho que ver, o se deriva directamente, de la necesidad de comodidad de las personas, que, en una de sus primeras expresiones se materializa en la búsqueda de refugio social en el grupo de los afines. Es por tanto un fenómeno sumamente social aparte de una querencia individual.

Como tal inclinación consiste en refugiarnos en el grupo de "los nuestros" por comodidad y afinidad. Se polariza y empieza a ser éticamente condenable cuando ese posicionamiento de refugio (comprensible) se convierte en enfrentamiento con el diferente, el que piensa de otra manera. Esa polarización en su manifestación más extrema es el dogmatismo, que llevado a la máxima expresión se convierte en fanatismo.

Se expresa en prejuicios, ideas preconcebidas y presunciones hacia los otros por su aspecto o elementos externos antes de haber determinado por si mismo sus opiniones sobre las diferentes cuestiones, derivación del resto de un corpus de ideas de una sola, etc.

La lástima es que se haya tan extendido que cuesta darse cuenta de que no es correcto y es asumido como muchos como aceptable y natural. Eso hace que sea tan fácil la manipulación usándolo como herramienta para mantener a gran parte de la población enfadada y distraída mediante la técnica (esta sí) de promover bandos enfrentados de distintos, fomentar la agrupación por oposición, la obediencia ciega, la disciplina de partido acrítica, etc.

Su antídoto es la individualidad inteligente y tamizadora de los estímulos externos hasta construirse su propia opinión sobre cada faceta de la realidad que la merezca.

viernes, 13 de junio de 2014

EL SURREALISTA CASTIGO A LA DISCREPANCIA


El castigo a la disidencia respecto a lo esperable (para la estrecha mente bandista) es la más desquiciante de las respuestas bandistas. ¡¡Una monja manifestandose en contra de una situación generada por una medida política propugnada por los nuestros!!! ¡¡Que la echen, y la impidan vestir el hábito, y la rapen..!! ¡¡Por roja y por colaboracionista!!
Es estéticamente incomprensible, dificulta los encasillamientos futuros.. ¡¡imperdonable!! Punto.


viernes, 6 de junio de 2014

NUEVOS VIEJOS BANDOS


Ah, que es que había que ser Monárquico o Republicano. Por cojones. Había que posicionarse. Y si no lo hacías eras un pusilánime. Y claro, como la cosa es tan fundamental para el día a día, no podía dejarse para mañana. 

Que resulta que un tema que era completamente anecdótico ayer es hoy el eje en torno al que debe girar todo. ¡¡Que paren las máquinas!! ¡Que las gentes dejen sus vidas para debatir esto! y que nadie haga nada hasta que quede resuelto (a mi gusto claro)

Y los unos no entenderán que no te subas a su carro con la vertiginosa energía revolucionaria y radical con la que hay que abrazarse a una causa tan justa y tantas veces reivindicada exhibiendo tus siete apellidos republicanos y tu pedigrí en el bando correcto de la guerra civil.. Y los otros considerarán que eres un tibio si no sales a la palestra a defender a quien tanto ha dado por la democracia y los españoles durante la transición identificando a la persona con la institución de manera interesada.

Que no se podrá entender que no te cause rabia un privilegio medieval sanguíneo por un lado, ni el revolver el pasado más olvidable de la reciente historia de España por el otro.

Que ninguno de ellos comprenderá que se puede preferir un sistema republicano a una monarquía sin hacer de ello la causa de tu vida ni parecerte mal en el fondo la cosa tal como está. Que admitiendo que la institución puede estar obsoleta y representar privilegios injustificados  (o justificados en una razón difícil de entender en el siglo XXI) crees que hay frentes mucho mas importantes y urgentes a los que dar prioridad. Que no ser visceral en tus opiniones sobre el tema ni vehemente sino autocontrolado puede ser signo de madurez y conciencia de toda la realidad y sus consecuencias y no un gesto de tibieza.

En fin.. que como siempre y nuevamente por viejo que sea el truco (y en este caso el argumento)... si no estás con nosotros estás contra nosotros.. o peor.. eres un "indiferente"

El peor pecado.

lunes, 2 de junio de 2014

LA ESPIRAL

Vuelve. Con más fuerza que nunca .. o desde luego con una energía que hacía tiempo que yo no veía. Bien es cierto que suele repuntar tras las elecciones, sean estas a lo que sean, pero lo de este caso está siendo exagerado bajo mi punto de vista.

Vuelve la espiral inexplicable de la violencia verbal y los ataques gratuitos. Vuelve la visceralidad de los comentarios en las redes. Vuelven a necesitarse unos a otros para existir y la estrategia de tenernos enfrentados entre nosotros, posicionados en bandos opuestos, tensionados y cabreados. Y nosotros volvemos también a caer en su trampa.


Vuelve una determinada forma asquerosa de periodismo. Ese que se inventa conflictos inexistentes entre jugadores del mismo vestuario para poder seguir llenando espacios que de otra manera no se llenarían. Ese que ha hecho del rumor y de la noticia inventada (basada en enfrentar a dos supuestos bandos) la justificación de su existencia y que cree de verdad que se puede hacer cualquier cosa por seguir vendiendo.


Y vuelve a su terreno favorito, la arena política, donde más fácil es jugar a ese asqueroso juego (casi tanto como en la metáfora deportiva) pues los bandos están ya formados, los ánimos tensos y sólo hay que echar un poco de leña al fuego para que los rescoldos se reaviven y provoquen el esperable incendio. Y nosotros volvemos también a caer en su trampa.


Tras las europeas en lugar de fortalecerse en la idea que ha salido reforzada de que los partidos que quieren una renovación de la vida política (UPyD, Podemos, Ciutadans.. y si me apuras IU) están cayendo en su trampa de enfrentarles entre ellos. 


Claro que hay diferencias entre ellos.Si no, serían el mismo. Pero les une su apuesta contra el bipartidismo y contra la actual concepción de la forma de hacer política en España. Les une su ilusión por reflotar esto y su confianza en el pueblo. Les une (aunque esto sea en si mismo bandista) el "enemigo común". Y están cayendo en el "divide y vencerás" que les tienden y favorece la debilidad de estos partidos.


No se trata de proponer una gran coalición (que tampoco es mala idea en términos de demostración de fuerza contra la corrupción y la instalación en la ineficacia y los privilegios) sino de cuando menos no tirarse piedras entre ellos. No hay por qué ir de la mano en todo sólo por el hecho de ser contrarios al bipartidismo dominante, hay buen número de ideas diferentes e incluso opuestas entre ellos, representan formas distintas de ver el país y proyectos políticos diferentes. Muchos planteamientos programáticos diferencian a "Ciutadans", de "Podemos", "UPyD" e "IU", ..pero algo les une: Nacen y están ahí por desafecto de millones de personas hacia la forma de hacer política de los dos grandes. Se espera de ellos impulso regeneracionista. 


... Y sobre todo SE CONFÍA EN ELLOS, tanto a nivel institucional, como en sus motivaciones y en la honorabilidad y honradez de las personas que los forman, cosa de la que no todos los partidos pueden  presumir.


No nos defraudéis. Ni caigáis en la trampa que os tienden periodistas interesados en vender aunque sea a costa de venderse o en ladrar los mensajes de sus dueños.

viernes, 23 de mayo de 2014

PERIO-BAN-DISMO

"Hace medio siglo recibí la más importante lección de periodismo de mi vida. Tenía 16 años, había decidido ser reportero, y cada tarde, al salir del colegio, empecé a frecuentar la redacción en Cartagena del diarioLa Verdad. Estaba al frente de esta Pepe Monerri, un clásico de las redacciones locales en los diarios de entonces, escéptico, vivo, humano. Empezó a encargarme cosas menudas, para foguearme, y un día que andaba escaso de personal me encargó que entrevistase al alcalde de la ciudad sobre un asunto de restos arqueológicos destruidos. Y cuando, abrumado por la responsabilidad, respondí que entrevistar a un político quizás era demasiado para mí, y que tenía miedo de hacerlo mal, el veterano me miró con mucha fijeza, se echó atrás en el respaldo de la silla, encendió uno de esos pitillos imprescindibles que antes fumaban los viejos periodistas, y dijo algo que no he olvidado nunca: “¿Miedo?... Mira, chaval. Cuando lleves un bloc y un bolígrafo en la mano, quien debe tenerte miedo es el alcalde a ti”.
Pienso en eso a menudo. Y últimamente, en España, más todavía. Ninguna de la media docena de certezas, de lecciones fundamentales que he ido adquiriendo con el tiempo, supera esas palabras que un viejo zorro de redacción dirigió a un inseguro aprendiz de periodista: Cuando lleves un bloc y un bolígrafo en la mano, quien debe tenerte miedo es el alcalde a ti. Todo el periodismo, su fuerza, su honradez, hasta su épica, se resume en esas magníficas palabras. En esa declaración segura de sí, casi arrogante, formulada por un humilde redactor de provincias.
Miedo, es la palabra. No hay otra. O al menos, no la conozco. Miedo del alcalde correspondiente, o su equivalente, ante el bloc y el bolígrafo, o lo que los sustituya hoy, manejados por una mano profesional, eficaz y honrada en los términos en que el periodismo puede considerarse como tal. He escrito alguna vez, recordando siempre a Pepe Monerri, que el único freno que conocen el político, el financiero o el notable, cuando llegan a situaciones extremas de poder, es el miedo. En un mundo como este, donde las ingenuidades y las simplezas de mecherito en alto y buen rollo a menudo son barajadas por los canallas, como instrumento, y creídas por los tontos útiles que ofician de ganado lanar y carne de cañón, ese es el único freno real. El miedo. Miedo del poderoso a perder la influencia, el privilegio. Miedo a perder la impunidad. A verse enfrentado públicamente a sus contradicciones, a sus manejos, a sus ambiciones, a sus incumplimientos, a sus mentiras, a sus delitos. Sin ese miedo, todo poder se vuelve tiranía. Y el único medio que el mundo actual posee para mantener a los poderosos a raya, para conservarlos en los márgenes de ese saludable miedo, es una prensa libre, lúcida, culta, eficaz, independiente. Sin ese contrapoder, la libertad, la democracia, la decencia, son imposibles.
Nunca en esta democracia, como en los últimos años, se ha visto un maltrato semejante en España del periodismo por parte del poder. Aquel objetivo elemental, que era obligar al lector a reflexionar sobre el mundo en el que vivía, proporcionándole datos objetivos con los que conocer este, y análisis complementarios para mejor desarrollar ese conocimiento, casi ha desaparecido. Parecen volver los viejos fantasmas, las sombras siniestras que en los regímenes totalitarios planeaban, y aún lo hacen, sobre las redacciones. Lo peligroso, lo terrible, es que no se trata esta vez de camisas negras, azules, rojas o pardas, fácilmente identificables. La sombra es más peligrosa, pues viene ahora disfrazada de retórica puesta a día, de talante tolerable, de imperativo técnico, de sonrisa democrática. Pero el hecho es el mismo: el poder y cuantos aspiran a conservarlo u obtenerlo un día no están dispuestos a pagar el precio de una prensa libre, y cada vez se niegan a ello con más descaro. Basta ver las ruedas de prensa sin preguntas, el miedo a comparecencias públicas, los debates electorales donde son los políticos y sus equipos, no los periodistas desde la libertad, quienes establecen el formato. Como si hubiera, además, que agradecerles la concesión. Y la sumisión de los periodistas, y de los jefes de esos periodistas, que aceptan ese estado de cosas sin rebelarse, sin protestar, sin plantarse colectivamente, con gallardía profesional, frente a la impune soberbia de una casta a la que, en vez de dar miedo, dan, a menudo, impunidad, garantías y confort.
Aterra la docilidad con la que últimamente, salvo concretas y muy arriesgadas excepciones, el periodismo se pliega en España a la presión del poder. Creo que nunca se ha visto, desde que se restauró la democracia, un periodismo tan agredido por el poder político y financiero. Y nunca se ha visto tanta mansedumbre, tanta resignación en la respuesta. Apenas hay afán por buscar, por investigar, excepto cuando se trata de servir intereses particulares. Entonces, para procurar munición al padrino que a cada cual corresponde o se ha buscado para sobrevivir, entonces sí hay luz verde, y hay medios, hasta que se topa con la línea roja correspondiente a cada cual: la banca, la telefonía, la publicidad, el nacionalismo correspondiente, la Iglesia, tal o cual sigla de partido, lo socialmente correcto llevado hasta extremos de estupidez. Y en pocos casos se trata de hacer reflexionar al lector sobre esto o aquello. Se trata, por lo general, de imponerle una supuesta verdad. Y ese parece ser el triste objetivo del periodismo español de hoy: no ayudar al ciudadano a pensar con libertad. Solo convencerlo. Adoctrinarlo.
España es un lugar con una larga enfermedad histórica que se manifiesta, sobre todo, en un devastador desprecio por la educación y la cultura, y una siniestra falta de respeto intelectual por quien no comparte la misma opinión. Por el adversario. Siempre creí, porque así me lo enseñaron de niño, que los únicos antídotos contra la estupidez y la barbarie son la educación y la cultura. Que, incluso con urnas, nunca hay democracia sin votantes cultos y lúcidos. Y que los pueblos analfabetos nunca son libres, pues su ignorancia y su abulia política los convierten en borregos propicios a cualquier esquilador astuto, a cualquier manipulador malvado. A cualquier periodismo deshonestamente mercenario.
Y así, con frecuencia, aquí todo asunto polémico se transforma, no en debate razonado, sino en un pugilato visceral del que está ausente, no ya el rigor, sino el sentido común. Apenas existe en los medios españoles un debate solvente político, social o cultural merecedores de ese nombre, sino choques de posturas. Diálogos de sordos, a menudo en términos simples, clichés incluidos, de derecha e izquierda. La presencia de nuevas formaciones políticas que buscan espacios distintos no varía la situación. Se sigue buscando situarlas en uno u otro de los tradicionales, como si de ese modo todo fuese más claro. Más definido. Más fácil de entender.
Destaca, significativa y terrible, la necesidad de encasillar. En España parece inconcebible que alguien no milite en algo; y, en consecuencia, no odie cuanto quede fuera del territorio delimitado por ese algo. Aquí, reconocer un mérito al adversario es tan impensable como aceptar una crítica hacia lo propio. Porque se trata exactamente de eso: adversarios, bandos, sectarismos heredados, asumidos sin análisis. Toda discrepancia te sitúa como enemigo, sobre todo en materia de nacionalismos, religión o política. Me pregunto muchas veces de dónde viene esa vileza, esa ansia de ver al adversario no vencido o convencido, sino exterminado. Y quizá sea de la falta de cultura. De ciudadanos simples surgen políticos simples, como los que muestran esos telediarios en los que, al oír expresarse a algunos políticos casi analfabetos (y casi analfabetas, seamos socialmente correctos), te preguntas: ¿Por quién nos toman? ¿Cómo se atreven a hablar en público? ¿De dónde sacan esa cateta seguridad, esa contumaz desvergüenza?... Sin embargo, la falta de cultura no basta para explicarlo, pues otros pueblos tan incultos y maleducados como nosotros se respetan a sí mismos. Quizá esa Historia que casi nadie enseña en los colegios pueda explicarlo: ocho siglos de moros y cristianos, el peso de la Inquisición con sus delaciones y envidias, la infame calidad moral de reyes y gobernantes.
Pues bien. Ese “conmigo o contra mí” envenena, también, las redacciones. Los veteranos periodistas recordarán que en los años de la Transición, y hasta mucho después, la línea ideológica, el compromiso activo de un medio informativo, los llevaban el quipo de dirección, columnistas y editorialistas, mientras que los redactores y reporteros de infantería, honrados mercenarios, eran perfectamente intercambiables de un medio a otro. Un periodista podía pasar de Pueblo al Arriba, a Informaciones, a Diario 16 o a El País con toda naturalidad. Incluso redactores de El Alcázar, la ultraderecha de la derecha, tuvieron vidas profesionales en otros medios. Ahora, eso es casi imposible. Las redacciones están tan contaminadas de ideologías o actitudes de la empresa, se exige tanta militancia a la redacción, que hasta el más humilde becario que informa sobre un accidente de carretera se ve en la necesidad de dar en su folio y medio un toquecito, una alusión política, un puntazo en tal o cual dirección, que le garantice, qué remedio, el beneplácito de la autoridad competente. Y ya que hablo de sucesos, está bien recordar que hasta los sucesos, los accidentes, las desgracias, son tratados ahora por los medios, a menudo, según el parentesco político más cercano. Según sea la militancia de los responsables reales o supuestos. Y a veces, hasta de las víctimas.
Apenas hay periodismo político real en España, sino declaraciones de políticos y cuanto en torno a ellos se genera. Raro es el trabajo periodístico que no incluye declaraciones de políticos a favor o en contra, marginando el interés del hecho en sí para derivarlo a lo que el político opina sobre él, aunque esa opinión sea una obviedad o un lugar común, o quien habla maneje mecanismos expresivos o culturales de una simpleza aterradora. Lo que cuenta es que el político esté ahí. Que adobe y remate el asunto. Hasta el silencio de un presidente o un ministro se considera noticia de titulares de prensa. Por modesta o mediocre que sea a veces, la figura del político asfixia a todas las otras. Hasta en la prensa local del más humilde pueblo español, las páginas abundan en politiqueo municipal, convirtiendo cualquier menudo incidente concejil en asunto de supuesto interés público. Los mecanismos internos más aburridos de cualquier formación política importante se examinan hasta el agotamiento. En mi opinión, las horas que un tertuliano de radio o televisión dedica en España a analizar la mecánica interna de los partidos no tienen equivalente en el mundo democrático
Todo eso agota al lector, al oyente, al telespectador. Lo aburre y lo expulsa del debate, haciendo que vuelva la espalda a la política, haciéndolo atrincherarse allí donde las palabras reflexión y lucidez desaparecen por completo. Tampoco ayudan a ello las voces que en ocasiones el periodismo pone sobre la mesa, como algunos tertulianos y opinadores profesionales alineados con tal o cual postura, o que han ido readaptándola cínicamente en los últimos 40 años, de modo que antes de que abran la boca ya sabes, según el individuo y el momento, lo que van a decir. Del mismo modo que reconoces tal o cual emisora de radio, en el acto, por el tono de sus intervinientes, aunque ignores el nombre de estos. Igual que con alguien en la calle, a los pocos minutos de conversación, sabes exactamente que periódico lee o que emisora de radio escucha.
Para cualquier lector atento de varios medios, es evidente que el periodismo en España se ha contaminado de ese ambiente enrarecido, de ese sesgo peligroso que tanto desacredita las instituciones en los últimos tiempos y del que son responsables no solo los políticos, ni los periodistas, sino también algunos jueces demasiado atentos a los mecanismos de la política, el periodismo y la llamada opinión pública. Y tampoco la crisis económica contribuye a las deseadas libertad e independencia. La inversión publicitaria pasó de 2.100 millones de euros en 2007 a menos de 700 en 2013. Eso aumenta la tentación de cobijarse bajo los poderes establecidos, y el periodismo como contrapoder se vuelve un ejercicio peligroso. Por sus propios problemas, algunos medios deciden no ir contra nadie que tenga poder o dinero. Y surge otro serio enemigo del periodismo honrado: la autocensura. Cuando el redactor jefe, en vez de animarte, te frena. Nos gusta ver en las películas cómo periodistas intrépidos consiguen la complicidad y el aliento de sus superiores; pero eso, aunque por fortuna ocurre a veces, no es aquí el caso más frecuente. No se practica con igual entusiasmo en las redacciones, más atentas a notas de prensa de gabinetes que a patear el asfalto. Y así, los partidos, las grandes empresas de la banca, las comunicaciones y la energía, entre otras, aprovechan la dependencia de los medios para dar por supuesta, cuando no imponer, la autocensura en las redacciones.
Supongo que habrá soluciones para eso. Posibilidades de cambio y esperanzas. Pero no es asunto mío buscarlas. No soy sociólogo, ni político. Apenas soy ya periodista. Solo soy un tipo que escribe novelas, que fue reportero en otro tiempo. Y hoy, puesto que aquí me han emplazado a ello, traigo mi visión personal del asunto, parcial, subjetiva, que pueden ustedes olvidar, con todo derecho, en los próximos cinco minutos. La transición del papel a lo digital, los productos de pago en la red, la eventualidad de que nuevos filántropos, capital riesgo y empresarios particulares unan sus esfuerzos para hacer posible un periodismo solvente y de calidad, son posibilidades ilusionantes que sin duda serán abordadas por quienes aún creen que solo un periodismo que pide cuentas al poder, en cualquier forma de soporte inventada o por inventar, tiene futuro. Esa es, y será siempre, la verdadera épica del periodismo y de quienes lo practican: pelear por la verdad, la independencia y la libertad de información pagando el precio del riesgo, en batallas que pueden perderse, pero que también se pueden ganar. Haciendo posible todavía, siempre, que un alcalde, un político, un financiero, un obispo, un poderoso, cuando un periodista se presente ante ellos con un bloc, un bolígrafo, un micrófono o lo que depare el futuro, sigan sintiendo el miedo a la verdad y al periodismo que la defiende. El respeto al único mecanismo social probado, la única garantía: la prensa independiente que mantiene a raya a los malvados y garantiza el futuro de los hombres libres."
Arturo Pérez Reverte
EL PAIS - Sociedad
22-5-14

Sobre miedo, periodismo y libertad