miércoles, 15 de junio de 2022

A LOS EXTREMOS RIDÍCULOS QUE LLEVA EL BANDISMO

 

Odio comentar la actualidad. Me parece ordinario valga la redundancia. Así que no lo haré y solo la usaré para ilustrar la tesis mayor. La entrada no va sobre el caso concreto sino sobre la categoría general. Y menos tanto sobre posicionarme en uno de los bandos en detrimento del otro cuanto de ridiculizar a los extremos a que llegan los bandistas en su actitud y comportamientos.

El sectarismo, como todo fanatismo, hace perder al sectario el control sobre sus propios esfínteres mentales y a menudo se pone en situaciones ridículas llevado hasta ellas por su falta de sentido acrítico. Las formas desaparecen en aras de dejar bien claro con quien, y sobre todo contra quien, estás. No importa perder la dignidad ni el sentido del saber estar si con ello nadie duda de tu adhesión a la causa de los tuyos y haces lo que de ti se espera. O mejor, si consigues con ello polarizar, enfrentar, enfadar, tensionar, enemistar, clasificar en buenos y malos, etc. A todos nos ha tocado ver en los últimos años el triste espectáculo de personas haciendo afirmaciones o atribuciones completamente absurdas que no ponían a su propietario más que en el terreno de la idocia sin otra motivación para ello que dejar clara su lealtad a los suyos haciendo seguidismo de los argumentarios dictados por los gurús de su bando. Las redes sociales son el sustrato perfecto para que dé frutos este tipo de semilla perturbada.

Durante un tiempo resultó que para algunos quien salía a las 8 a aplaudir en los balcones al personal sanitario era un rojo que lo que hacía en realidad con ello era dar balones de oxígeno a un gobierno asesino de ancianos. Y que lo que debía hacerse en lugar de eso era salir al balcón con la cacerola para hacer saber así a nuestros gobernantes de nuestro malestar con su gestión homicida. Igual de imbécil era el que salía al balcón por contrarrestar las cacerolas y no por agradecer a médicos y enfermeras su sacrificio. Entiendo no hacer ninguna de las dos cosas pero hacer una de ellas por oposición a la otra me parece el colmo de los absurdos. Se dio la archiridícula situación de que los españoles quedábamos a las 8 de la tarde para nuestra peculiar guerra balconicida entre caceroleros y aplaudidores. No tenemos remedio.

Un tiempo después se libró en la sociedad española otra de nuestras famosas guerras civiles chorras cuando, con el fake manipulador de decir que no se quién había dicho no se qué, que evidentemente era falso y que ya se ha convertido en sistema detonante de estos micro conflictos tan generalizados, se llegó al convencimiento de que quien no comía carne era un traidor que no contribuía suficientemente al esfuerzo de guerra y era sospechoso de colaboracionismo marxista con las fuerzas del eje del mal y del ISIS. Si el ministro atacaba la industria de la carne española el que la apoyaba comiendo carne era de derechas. Evidente. ¡Todos a las hamburgueserías! Que hubo conservadores a los que la carne no les gustaba mucho hasta ese momento, que se metieron unos chuletones de espanto y se fotografiaron colgándolo en redes, para demostrar así su fidelidad al partido.

Y qué decir de los postulados del neofeminismo y de sus neoenemigos. Que ha venido a resultar que si no usabas el lenguaje inclusivo eras del Real Madrid o peor. Y si no mostrabas entusiasmo en la reivindicación del derecho al aborto libre y gratuito eras sospechoso de fachismo tramontano irredento y preconciliar, y por tanto merecedor del ostracismo social de que nadie te dé un like en redes (salvo los tuyos que te apoyarán hasta la muerte aun sin saber qué significa nada de eso).

También hemos tenido una fase en la que si en tu círculo de amistades se enteraban de que entraba en tus planes, por lejana que fuera, la posibilidad de comprarte un coche diesel había quien veía en ello el origen del cambio climático y la más desconsiderada muestra de falta de respeto por las generaciones venideras. Tamaña ofensa te podía hacer pasar a formar parte de manera inmediata de las cohortes demoniacas y más de una amistad se ha roto por esa causa. Hay quien divide el mundo entre mujeres y asesinos, entre buenas personas y maltratadores animales aficionados a los toros, entre respetuosos con el medioambiente y terroristas contaminantes.

Y ayer nos levantamos con la Olona poniéndose en ridículo solo por demostrar de manera acreditada que para extremista y acrítica ella. ¿Pues no ha dicho que introduciendo en un libro de ciencias naturales de cuarto de EGB (o a lo que ahora equivalga tener 10 años) la definición de masturbación lo que se está haciendo es meter en las aulas a los enfermos mentales que en los parques se masturban ante la gente?..

Que conociéndonos en breve vamos a empezar a quedar para pegarnos en la plaza los reprimidos sexuales noefascistas por un lado contra los que quieren que los pederastas den clases en gabardina desabrochada y pantalones por los tobillos a nuestros hijos.

¿Pero es que a la peña no le queda un mínimo de sentido del ridículo cuando dice estas chorradas? ¿Es que al bandista al convertirse en ello, le extirpan el gen del sentido de la vergüenza? ¿No se percata según lo está diciendo de la estulticia de lo que dice?.. Y lo preocupante no es que haya un líder que lo diga, sino que haya legiones de seguidores que lo asuman como real sin pararse a pensar la idiotez en que consiste lo que ha dicho y les baste solo el hecho de que lo ha dicho uno de los suyos.

¿Es que no se van a cansar nunca todos ellos de este juego de enemistarnos y de tenernos enfadados unos contra otros con estos truquitos de guardería?

La respuesta es no. Porque les da resultado.

Y Ya.