Hablar solo con gente que piensa como tú es lo que tiene.
Creer dogmáticamente que quien no lo hace está equivocado lleva a defender a veces lo indefendible.
He observado a mi alrededor el curioso fenómeno que produce en muchas personas la pertenencia a unos colores, un equipo, un grupo social, un partido o la afiliación a un “bando” concreto. Hay gente que deja de pensar por sí misma y de ser crítica al cabo de poco tiempo. Como por arte de magia empieza a repetir frases hechas que le dictan o que lee en los medios afines. Empieza a tener principios que vienen en lotes con otros, a aceptar como suyo lo que le dicen que debe pensar sobre los temas. Se cierra en las relaciones sociales sólo a “los suyos” con el perjudicial efecto radicalizador de la endogamia ideológica. Sus ideas se hacen predecibles y su discurso meramente repetitivo del de otros que se lo dictan. Su sentido crítico se apaga y al poco tiempo simplemente apoya lo que dicen los suyos y critica lo que dicen los otros. Sin pararse a pensarlo.
..pero a veces pasan cosas que no puedes defender por mucho que sean los tuyos quienes las hayan hecho (precisamente por que han sido los tuyos quienes las han hecho). El corporativismo y la lealtad entonces descubren que tienen límites y has de agachar la cabeza avergonzado por lo que han hecho quienes tanto defendiste ciegamente.
Y si tienes dignidad, si tienes criterio propio o alguna vez lo tuviste, no despejaras balones ni responsabilidades. Seguirás creyendo en tus principios, pero por ti mismo, no por pertenencia (si no te han defraudado tanto como para renunciar a ellos). Y exigirás a quienes te defraudaron que se vayan y limpien lo que han manchado, lo que tú querías. Te personarás como su primer acusador en lugar de defenderles tal es el daño que, a ti el primero, han hecho. Porque fue a ti a quien traicionaron antes que a nadie. Y sentirás vergüenza ajena y pagarás por su traición y tu falta de sentido crítico. Porque confundiste lealtad con obediencia y coherencia con disciplina y anulacion acritica de ti mismo. Y con ello les diste alas. Y ahora no puedes mirarnos a los ojos sin sonrojarte. Pues sabes que algo de la culpa es tuya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario