sábado, 23 de enero de 2021

MANIOBRAS EVASIVAS

 

No confundir. Que por no querer hablar de algo no significa que no me interese. Y menos que por huir de conversaciones que hacen que me enfade y tienden a la polarización, o de comentarios tristes y oscuros, es que esté en desacuerdo con su contenido. Es simplemente que me aburren. Que prefiero hablar de cualquier otra cosa. Que odio sentirme manipulado, que intenten cabrearme, contagiarme su rabia, compartir su indignación. O peor aún; que por no cabrearme tanto como otra persona por algo me tenga que sentir ajeno o expulsado de un grupo. Porque tristemente sucede que ya no hace falta estar en desacuerdo con alguien para crearte enemigos. Basta a alguna gente que no estés tan enfadado como ellos por algo para crear suspicacias y extrañezas. "Si no está tan cabreado como yo está claro que es porque está de acuerdo con los otros". El "refuerzo mutuo" en las conversaciones es un peligro con el que hay que estar vigilante. Lleva a extremos y libera monstruos escondidos. Como la renuncia a la moderación.

Y es un problema. Porque no solo es que las personas que me dan sus puntos de vista me merezcan el respeto normal, sino que muchos de ellos me resultan interesantes barómetros sociales y tengo a quienes los sostienen por personas con criterio, dignas de ser escuchadas con atención y tenidas muy en cuenta. Pero es que no soporto que se me arrastre al pozo oscuro del enfado continuo y a la tristeza como actitud vital. Prefiero cualquier enfoque al pesimismo retroalimentado. Cualquier tema al tema al que las conversaciones vuelven siempre últimamente: Hablar de lo mal que está todo y de quien tiene la culpa de qué.

Por ello tan a menudo me voy, o me escapo por la tangente y me marco una maniobra "Loco Iván" (Y a veces cometo el error de usar el humor para construirme el puente para esa huida en las conversaciones y es peor pues es tenido por ironía contra el interlocutor y se molesta). Lo hago (huir) cada vez que detecto esa pesada sombra de la conversación polarizadora o disgustada que demanda de mí que me posicione claramente con o contra lo dicho por mi interlocutor, cuando siento sobre mi cogote el aliento de la búsqueda del eco confortante del asentimiento confirmatorio, la presencia de ese argumento oscuro que multiplica el efecto negro y triste que me aburre tanto.

Porque hay mil motivos para dar gracias y estar satisfecho por el milagro que vivo, y para estar alegre en lugar de en tensión constante.. y porque prefiero estar positivo que triste y negativo, relajado que enfadado, optimista que pesimista. Y porque no tengo tanto tiempo como para permitirme renunciar a buscar esos motivos antes que ningún otro. Sin que por ello se pueda deducir que no me interese por el tema y menos que al no rebatir el argumento o la consigna es que esté en el punto de vista contrario o sea uno "de los otros".

Y esto es peligroso en los tiempos en los que más que nunca se reprocha la falta de un posicionamiento claro y la expresión incluso sobreactuada de tus opiniones. En que el etiquetado es ley y la falta de claridad en tus extremismos lleva a la defenestración social. En una época en la que nadie se explica que se pueda estar a veces de acuerdo con unos y a veces no. Y a veces de acuerdo con otros. Y a veces en parte solo. Y en la que la palabra traición está fácilmente en boca de muchos y la norma es la adscripción acrítica y la defensa de "los tuyos" digan y hagan lo que hagan.

Pago el precio de ser tenido por ello por muchas cosas que no soy y a veces me entristece. Se me tiene en ocasiones por lo peor, que es adversario en ideas (cuando a menudo ni las he dicho, pero mi silencio se interpreta como concesión al otro injustamente o incluso oposición por no manifestar expresamente acuerdo con lo dicho). O como pusilánime indiferente que deja la solución a los problemas en manos de otro cuando quien me conoce sabe que no es así y esa es acusación injusta (y sobre todo cuando tengo claro que no por cabrearme ni contribuir a un ambiente de tensión se arregla problema alguno. Porque otra cosa no, pero en lo de arreglar los problemas en foros de discusión inútiles y a base de gritos reales o virtuales en conversaciones de cuñados me declaro firmemente práctico y utilitarista.),.... o por neutral o equidistante,.... o simplemente perezoso,.. ..o de desleal para con los míos o traidor a la tribu.

Hay que gestionarlo. Vivir con ello. Es el precio de la convivencia. Cosas peores me soportan a mí mis contertulios. Es solo que a veces me siento grosero en mi huida, en mi cambio de tema brusco, en mi evasión de la cuestión lo más sutilmente que puedo. O peor todavía: tenido por lo que no soy, pensante de lo que no pienso por una presunción nacida de mi silencio que es lo que más odio en el mundo.

Me ha costado muchos años crearme un hábito desapasionado en el que solo me quedo con la esencia y trato de huir de la parcialidad subjetiva y maledicente para crearme un criterio. O para no hacerlo (o tener que expresarlo), que soy libre para ello también. Mi paz mental es el logro. Y es terreno sagrado. 

(Y sobre todo es que ya aburre esa continua y cansina cantinela apelando a lo mal que está todo y lo malos que son los unos o los otros)

Y ya.