miércoles, 13 de julio de 2016

TRIVIALIZACIÓN DE LA LEALTAD



No soy, en general, nada partidario de lealtades corporativas. Creo más en lealtad a las personas y a las ideas que a los grupos o a los símbolos que los representan, aunque he llegado a entender su significado.

Me eduqué, aunque a muchos les parezca viejuno, en un código cuyo primer artículo ensalzaba la lealtad. No es una forma de hablar. Era mi código de cabecera cuando niño y mi pensamiento y forma de ser le deben mucho a aquella ley que adopté como personal de manera voluntaria y no impuesta. Por ello me molesta tanto que se trivialice algo para mí importante aunque para tantos sea algo superado por antiguo.

Porque la lealtad se ha frivolizado hasta hacerla irreconocible desde su concepción originaria y válida (al menos para mi) y ahora se ha confundido con adhesión inquebrantable y acrítica so pena de ser tachado de traidor por el colectivo que te la exige. Ciega sumisión a lo que me digan que debo pensar por el hecho de adscribirme a un grupo.

Y es que para mí la esencia de la lealtad es la bidireccionalidad, y veo estupefacto que para muchos se entiende en una sola dirección.

¿Por qué se entiende que hay que demostrar lealtad a uno de los tuyos cuando ha hecho algo mal? ¿No se le debería exigir lealtad a este en lugar de a los demás? Lealtad con la marca que ha manchado, con el grupo y sus símbolos, con sus componentes. 
Yo creo que el desleal ha sido el que ha actuado falto de ética. Ha sido desleal con el colectivo pues con su actuar ha manchado su imagen. Ha sido desleal pues gracias a su actuación el grupo entero sufre desprestigio y son sus miembros particulares los que deberían sentir vergüenza de su "compañero" pues lo ha perjudicado en lugar de defenderlo.

Pues no. Hay que defender a los míos hagan lo que hagan. Para eso son los míos y los demás el enemigo. La incongruencia bandista ataca de nuevo. Es el corporativismo mal entendido.

Siempre he dicho que la mejor política anticorrupción para un partido político no es cerrar filas en defensa de su antiguo compañero sino al contrario personarse como parte perjudicada. Pero ya sé lo iluso de creer que el único interés en juego es el prestigio del partido o de sus afiliados. Es mejor defender a capa y espada al que es de los tuyos aunque le sepas culpable. Ya lo dice el credo legionario: "Defender al compañero con razón o sin ella". Nunca entenderé las poses agresivas de la mejor defensa el ataque de quien rápidamente muestra apoyo al que actúa mal solo por ser de los suyos en lugar de dejar de considerarle así en el momento en que actúa mal. Nunca comprenderé las imágenes de apoyo a la puerta de la cárcel a Vera y Barrionuevo, a los médicos con sus batas o a los jueces con sus togas defendiendo a sus corporativos compañeros hayan hecho lo que hayan hecho solo por ser de los suyos y luego ya veremos lo que hizo, los tuits de "Sé fuerte", las masas moviendo banderitas haciéndole el pasillo al podrido, los aforamientos para defender a la Barberá de turno, la piedad con el compatriota que delinque en otro país solo por ser español, las campañas en apoyo del defraudador..

No es desleal el que reniega del traidor al grupo sino este antes. No me deshonro yo por deslealtad por no dar mi apoyo al que de entre los míos se sale de la norma, sino él a mi. No hay que defender al que mancha y perjudica sino excluirlo para que no contamine su podredumbre a la marca y a la imagen. Al compañero que hay que defender es al que actúa en la legalidad y la ética. No al otro.

Así entiendo la lealtad yo. No en otra forma. En dos direcciones. No solo en una. Quien debería haber sido leal es él conmigo, no ahora yo con él. Y si no lo fue me liberó de mi deber de serlo yo ahora con él.

Y así en todo.

Y ya.