viernes, 6 de marzo de 2015

EL DILEMA OWENS

El departamento de sociología aplicada de la Universidad de Lofotenn publica estos días en revistas de gran prestigio científico los resultados de un estudio acerca de la idiotez humana. En este caso el objeto de estudio es la tesis de que los hay más tontos que otros, y en concreto se centra en el dilema que le genera al bandista tener que elegir entre dos de sus clichés cuando la realidad los contrapone.

El Doctor Kovachech, profesor de esa Universidad, coordinador del estudio y gran aficionado a las miniaturas de barcos en botellas, ha dado en llamar a este comportamiento "Dilema de Owens". Y no ha sido porque sí, porque le molara o le diera el punto por ahí. No. No vayan a creer que los científicos le van poniendo nombres a lo loco a las cosas. Ellos, como los policías con los casos que investigan o los meteorólogos con las denominaciones de los huracanes y tifones, siguen estrictas reglas de naming.

Efectivamente. El nombre elegido tiene su aquel. Y es que el primer caso constatado del citado dilema se dio en un sujeto de estudio que se presentó en un frenopático de Misouri en 1936. A Andrew Fillmore tuvieron que ingresarle un día de aquel verano en la institución mental aquejado de una extraña dolencia. Hasta allí le llevaron (a caballo) sus compañeros del capítulo local del Ku-Klux-Klan. Aún vestía, como ellos, los ropajes ceremoniales. Y con la capucha y el resto de la parafernalia le encerraron en la sala acolchada. Solo le pusieron encima la camisa de fuerza. Le impidieron entrar en ella, esos si, con la antorcha que, como sus compañeros, empuñaba en la mano derecha entre convulsiones. Por si se autolesionaba o algo.

¿Y cuales eran los síntomas que presentaba el paciente? 

Básicamente su cerebro había hecho chack. Había dicho "hasta aquí hemos llegado". No había aguantado más. Las tensiones de sus extremismos etiquetadores le habían pasado factura.

Tras apalear a un par de chavales negros y quemar unas cruces una vez acabado su ritual de los viernes por la tarde, sus amigos y él se habían dirigido a la cantina a celebrar sus andanzas. Allí habían hablado de los avances que se producían en Europa para su causa. La supremacía blanca defendida por un nuevo partido que ahora gobernaba Alemania les alegraba. También habían brindado con whisky casero por su país al que amaban por encima de todas las cosas. Los cánticos y las honras a su bandera se habían sucedido hasta altas horas de la noche.

En esas estaban cuando alguien encendió el aparato de radio que había sobre el aparador. Una voz narraba las pruebas olímpicas que en ese instante se desarrollaban en suelo berlinés. Describía el estadio con admiración. "Ese tipo del bigote, el que dice que los arios son superiores a las demás razas, sabe lo que se hace." se decían unos a otros con gesto afirmativo. 
La carrera de 100 metros lisos, la reina de las olimpiadas, iba a dar comienzo. La voz emocionada a través de las ondas fue enumerando los nombres de los corredores y las nacionalidades. Había varios americanos en la final. Cuando se oían sus nombres aquellos racistas en una misera cantina de un pueblo de Misouri alzaban sus copas entre hurras sintiendo el orgullo de su nación y patria bien representado a miles de kilómetros. "Vamos a machacarlos a todos" se decían. 

Sonó la pistola. Comenzó la carrera. 

Y en un abrir y cerrar de ojos acabó. 

Silencio. Expectantes, los miembros del Klan miraban aquel aparato deseando oír el nombre de su país como ganador de la prueba más importante de las olimpiadas. El momento histórico que pondría a su gran nación a la cabeza de las del mundo, humilladas ante su bandera, como Dios quería.

Y así fue. El locutor exultante gritó emocionado el nombre del ganador. ¡Un americano!
¡Y vecino suyo!.. Un tal Jesse Owens. Los gritos y abrazos de aquellos fantoches se sucedieron, corrió la cerveza. Saltaban y bailaban poseídos del frenesí del orgullo patrio que solo tienen los fanáticos nacionalistas.

Hasta que alguien pidió silencio..y la voz del aparato repitió:

"Con una aplastante superioridad ha ganado el corredor norteamericano Jesse Owens, un joven de color cuyo nombre pasará a la historia"

Y ya