miércoles, 1 de agosto de 2012

LA LEY DEL MÍNIMO ESFUERZO APLICADA AL BANDISMO: ETIQUETAR POR LA PROFESIÓN.

“La gente inteligente habla de ideas, la gente común habla de cosas,
 los mediocres hablan de gente”

Jules Romains


- ¿Y esta?
- Es pediatra.
- ah.
                      (Fragmento de una conversación que oí ayer mismo)

Se trata de un buen ejemplo de bandismo cotidiano y ya intrínseco en la forma de ser de muchas personas. Pocas veces en tan pocas palabras se pueden condensar tal cantidad de presunciones. Pocas veces tal cantidad de inmediatas conexiones mentales se generarán. Todas ellas se establecerán como verdades absolutas salvo prueba en contra y servirán como base para futuras actuaciones, premisas, comportamientos y relaciones en la vida social.

Una vez asumido que el bandista actúa en su comportamiento cotidiano etiquetando, que esto conlleva presunciones y conexiones absurdas, y que se mueve en parámetros de rentabilidad y comodidad (es decir que para tener claro a qué bando pertenece cada uno -algo que necesita para vivir y una premisa de la que parte en su concepción de la vida y las relaciones sociales- nos etiqueta y saca de esos clichés conclusiones por conexión a las que llamamos tópicos, prejuicios o presunciones), podemos entrar en detalles.

La técnica de establecer esas presunciones a través de la que el bandista se ahorra mas tiempo es la del ETIQUETADO POR PROFESIÓN.



¿Os habéis fijado la enfermiza necesidad que tienen algunas personas de saber en qué trabajan los que le rodean, cual es su profesión o cómo se ganan la vida? (O mejor ¿Cuanto ganan?)
¿Y la de presunciones que establecen sobre este hecho una vez que lo saben?

Responde a dos razones principalmente:
a) Ahorrarse un tiempo precioso en las relaciones sociales.
b) Poder compararse.

A) Una vez que el bandista sabe que alguien es en su vida profesional profesor de universidad, abogado, arquitecto, médico, carnicero, informático, consultor o ingeniero.. ya presume gran cantidad de tópicos y asume que por tanto es de los suyos o no. De ello deriva una forma de tratarle (familiaridad, respeto, admiración, veneración, desprecio, distancia, interés..). Establece la conexión y el prejuicio de una cierta situación económica, unas ideas políticas, unas opiniones en ciertos aspectos. Y así puede presumir de conocerle sin haber cruzado con él o ella jamás una sola palabra.
Por eso cuando alguien se sale de esa norma que él ha presumido el bandista se siente descabalgado y hasta socialmente ofendido (eso no es propio de "médicos", por ejemplo). Si se es abogado hay que aceptar todo lo que ello conlleva en la vida social, cada uno debe saber cual es su sitio en la vida, etc.

Esto explica que las profesiones clásicas y los tópicos que llevan aparejadas sean una gran ayuda para el bandista. Las personas que tienen una ocupación que no puede rápidamente abarcarse con un nombre profesional clásico sino que ante la pregunta ¿Tú a que te dedicas? han de describirse con una o varias frases, suponen para el bandista un obstáculo infranqueable, una incógnita y un misterio insondable por la dificultad para etiquetar. Así que terminan siendo simplificadas por el bandista a términos comprensibles para él (¡ah! Escritor) y que puedan ser conectados a tópicos que presumir (bohemio, sin un duro, intelectualoide, de izquierdas y si me apuras hasta un poco perroflauta.) o son sospechosas de querer ocultar algo (generalmente para alguno de ellos no tener un duro y trabajar a salto de mata en lo que vaya saliendo).

B) En este marco las interactuaciones entre los individuos se entienden como una competición. Para los que ven la vida así el objetivo vital es ganar ese particular concurso. 

Se puede reconocer a estas personas porque son las que en el ascensor “se comparan” con los demás. De un solo vistazo determinan rango, estatus, nivel social, económico, formación académica.. y establecen cuál de los dos lobos ha de agachar la cola. Para estos individuos el paraíso tiene el aspecto de una fiesta de reencuentro de antiguos alumnos en la que antes de entrar se memorizan las marcas de los coches aparcados a la puerta y hay un cierto acuerdo tácito para preguntarte a qué te dedicas y cuanto ganas o para inspeccionar cómo de atractiva es tu pareja. La vida es un escaparate de éxito o fracaso social o económico en el que curiosamente a nadie interesa si el otro es feliz o no. Siempre me maravilló la habilidad que tienen para hacerlo incluso en una piscina donde las pistas son menores. Hasta que averigüé dos cosas:
a)  Para ellos/as es tan importante la información en base a la cual determinan estas jerarquías que dedican gran parte de su vida a obtenerla para poder aplicarla en el momento adecuado (son los chismosos y los cotillas. Los que coleccionan datos sobre los demás).
b)  Mucha gente juega a ese juego con lo que se presta al mismo. Es una especie de círculo vicioso, no solo una “enfermedad” individual. Los jugadores se necesitan entre ellos.

Para este perfil de personas el enemigo no es el otro jugador, sino quien no quiere jugar a ese juego absurdo y no necesita compararse con nadie. A este es al que hay que vencer (haciéndole de los suyos) y si no se deja, apartarle por disidente. La licencia para “agredir” al “resistente” en este ámbito es la justificación para la discriminación social. Tachar de raro al que no quiere jugar. Por suerte cada vez son más estos “no jugadores”.

Por estas razones el bandista prefiere un mundo de médicos, albañiles, maestros, militares, ingenieros.. en que todos estemos correctamente clasificados y aceptemos además las enfermizas conexiones que se suponen que en las demás facetas aparte de la profesional, un oficio debe llevar aparejadas. Ello hace mas fácil entender el mundo y la sociedad y produce disgusto cuando alguien no cumple lo que se espera de ella y de su categoría.

Siempre me ha maravillado la gente que la primera pregunta que hace cuando te les presentan es ¿En qué trabajas? y lo reservados que somos a veces ante la pregunta que debería ser más natural ¿Cómo te va? o ¿Cómo estás?. Nos resulta mas sencillo decir cual es nuestra profesión para ser inmediatamente clasificados por una presunción de estatus que hablar de quienes somos en realidad y qué sentimos.

Voy a empezar a responder cuando me pregunten ¿Tú que eres? con respuestas que me definen más que mi trabajo como: alto, bueno, agnóstico, mal cocinero, honrado, curioso, padre, librepensador, hijo, coleccionista, lector, marido, buscador, aficionado a rutear en moto, etc.. 

..para evitar el ridículo de tener que corregir: 
- PESCADEROOO .. 
- NO. MAYORISTA.




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