LA LEY DEL MÍNIMO ESFUERZO APLICADA AL BANDISMO:
ETIQUETAR POR LA PROFESIÓN.
“La gente inteligente habla de ideas, la gente común habla de cosas,
los mediocres hablan de gente”
Jules Romains
- ¿Y esta?
- Es pediatra.
- ah.
(Fragmento de una
conversación que oí ayer mismo)
Se trata de un
buen ejemplo de bandismo cotidiano y ya intrínseco en la forma de ser
de muchas personas. Pocas veces en tan pocas palabras se pueden condensar tal
cantidad de presunciones. Pocas veces tal cantidad de inmediatas conexiones
mentales se generarán. Todas ellas se establecerán como verdades absolutas
salvo prueba en contra y servirán como base para futuras actuaciones, premisas,
comportamientos y relaciones en la vida social.
Una vez asumido
que el bandista actúa en su comportamiento cotidiano etiquetando, que esto
conlleva presunciones
y conexiones absurdas, y que se mueve en parámetros de rentabilidad y comodidad (es
decir que para tener claro a qué bando pertenece cada uno -algo que necesita
para vivir y una premisa de la que parte en su concepción de la vida y las
relaciones sociales- nos etiqueta y saca de esos clichés conclusiones por
conexión a las que llamamos tópicos, prejuicios o presunciones), podemos
entrar en detalles.
La técnica de
establecer esas presunciones a través de la que el bandista se ahorra mas
tiempo es la del ETIQUETADO POR PROFESIÓN.
¿Os habéis fijado
la enfermiza necesidad que tienen algunas personas de saber en qué trabajan los
que le rodean, cual es su profesión o cómo se ganan la vida? (O mejor ¿Cuanto ganan?)
¿Y la de
presunciones que establecen sobre este hecho una vez que lo saben?
Responde a dos
razones principalmente:
a) Ahorrarse un
tiempo precioso en las relaciones sociales.
b) Poder
compararse.
A) Una vez que el
bandista sabe que alguien es en su vida profesional profesor de universidad,
abogado, arquitecto, médico, carnicero, informático, consultor o ingeniero.. ya presume gran cantidad de tópicos y asume que
por tanto es de los suyos o no. De ello deriva una forma de tratarle
(familiaridad, respeto, admiración, veneración, desprecio, distancia, interés..). Establece la
conexión y el prejuicio de una cierta situación económica, unas ideas políticas,
unas opiniones en ciertos aspectos. Y así puede presumir de conocerle sin haber
cruzado con él o ella jamás una sola palabra.
Por eso cuando alguien se sale de esa norma que él ha presumido el bandista se siente descabalgado y hasta socialmente ofendido (eso no es propio de "médicos", por ejemplo). Si se es abogado hay que aceptar todo lo que ello conlleva en la vida social, cada uno debe saber cual es su sitio en la vida, etc.
Por eso cuando alguien se sale de esa norma que él ha presumido el bandista se siente descabalgado y hasta socialmente ofendido (eso no es propio de "médicos", por ejemplo). Si se es abogado hay que aceptar todo lo que ello conlleva en la vida social, cada uno debe saber cual es su sitio en la vida, etc.
Esto explica que las profesiones clásicas y los tópicos que llevan aparejadas sean una gran ayuda para el bandista. Las personas que tienen una ocupación que no puede rápidamente abarcarse con un nombre profesional clásico sino que ante la pregunta ¿Tú a que te dedicas? han de describirse con una o varias frases, suponen para el bandista un obstáculo infranqueable, una incógnita y un misterio insondable por la dificultad para etiquetar. Así que terminan siendo simplificadas por el bandista a términos comprensibles para él (¡ah! Escritor) y que puedan ser conectados a tópicos que presumir (bohemio, sin un duro, intelectualoide, de izquierdas y si me apuras hasta un poco perroflauta.) o son sospechosas de querer ocultar algo (generalmente para alguno de ellos no tener un duro y trabajar a salto de mata en lo que vaya saliendo).
B) En este marco las interactuaciones entre los individuos se entienden
como una competición. Para los que ven la vida así el objetivo vital es ganar
ese particular concurso.
Se puede reconocer a estas personas porque son las que en el ascensor
“se comparan” con los demás. De un solo vistazo determinan rango, estatus,
nivel social, económico, formación académica.. y establecen cuál de los dos
lobos ha de agachar la cola. Para estos individuos el paraíso tiene el aspecto
de una fiesta de reencuentro de antiguos alumnos en la que antes de entrar se
memorizan las marcas de los coches aparcados a la puerta y hay un cierto
acuerdo tácito para preguntarte a qué te dedicas y cuanto ganas o para
inspeccionar cómo de atractiva es tu pareja. La vida es un escaparate de éxito
o fracaso social o económico en el que curiosamente a nadie interesa si el otro es feliz o no.
Siempre me maravilló la habilidad que tienen para hacerlo incluso en una
piscina donde las pistas son menores. Hasta que averigüé dos cosas:
a) Para ellos/as es tan importante la información
en base a la cual determinan estas jerarquías que dedican gran parte de su vida
a obtenerla para poder aplicarla en el momento adecuado (son los chismosos y
los cotillas. Los que coleccionan datos sobre los demás).
b) Mucha gente juega a ese juego con lo que se
presta al mismo. Es una especie de círculo vicioso, no solo una “enfermedad”
individual. Los jugadores se necesitan entre ellos.
Para este perfil de personas el enemigo no es el otro jugador, sino
quien no quiere jugar a ese juego absurdo y no necesita compararse con nadie. A
este es al que hay que vencer (haciéndole de los suyos) y si no se deja,
apartarle por disidente. La licencia para “agredir” al “resistente” en este
ámbito es la justificación para la discriminación social. Tachar de raro al que
no quiere jugar. Por suerte cada vez son más estos “no jugadores”.
Por estas razones el bandista prefiere un mundo de médicos, albañiles, maestros, militares, ingenieros.. en que todos estemos correctamente clasificados y aceptemos además las enfermizas conexiones que se suponen que en las demás facetas aparte de la profesional, un oficio debe llevar aparejadas. Ello hace mas fácil entender el mundo y la sociedad y produce disgusto cuando alguien no cumple lo que se espera de ella y de su categoría.
Siempre me ha maravillado la gente que la primera pregunta que hace cuando te les presentan es ¿En qué trabajas? y lo reservados que somos a veces ante la pregunta que debería ser más natural ¿Cómo te va? o ¿Cómo estás?. Nos resulta mas sencillo decir cual es nuestra profesión para ser inmediatamente clasificados por una presunción de estatus que hablar de quienes somos en realidad y qué sentimos.
Voy a empezar a
responder cuando me pregunten ¿Tú que eres? con respuestas que me definen más
que mi trabajo como: alto, bueno, agnóstico, mal
cocinero, honrado, curioso, padre, librepensador, hijo,
coleccionista, lector, marido, buscador, aficionado a rutear en moto, etc..
..para evitar el ridículo de tener que corregir:
- PESCADEROOO ..
- NO. MAYORISTA.
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