martes, 30 de enero de 2018

LOS FACHAS YA NO SON LO QUE ERAN



Pues si, resulta que ser un "facha" ya no es lo que era.
En consonancia con su recién estrenada política de ”aceptar por el uso extendido” (*), la RAE, en un nuevo giro interpretativo del “Limpia, fija y da esplendor” ha terminado asumiendo el sentido de FACHA como “cualquier persona que piense distinto a mí y se atreva a decirlo en alto”  (máxime en los casos en que quien use el término pertenezca a la corriente de pensamiento único, a la de lo políticamente correcto o a cualquier colectivo o corriente que, por extrañas razones inexplicadas, relacionan sus postulados con la tradición progresista y de izquierdas: como por ejemplo –por 25 pesetas cada una-: el nacionalismo independentista catalán o vasco, el populismo de Podemos, el feminismo extremista, ciertos fanáticos del activismo gay, apóstoles de un animalismo que ha perdido el norte y otras cosas que hay que ser y causas con las que hay que implicarse y abrazar apasionadamente sí o sí, o si no es que eres un p*** facha).

Ejemplos de uso aceptados: “Pero.. ¿Votas a ciudadanos? ¡Si son unas fachas!”

Y es que al igual que hay que tener claro que los Jordis no son “presos políticos”, los “scratches” no son terrorismo,. y que esas son utilizaciones inapropiadas por exageración, así hemos de considerar la utilización del término “facha” para todos los usos que recientemente vemos que se le dan y que curiosamente se aplica a personas de todo el espectro político siempre que contradigan al fanático proselitista que se cree de izquierdas, incluidas personas indubitadamente de izquierdas y que en algunos casos han tenido que soportar ellas mismas a los fachas (estos sí a los de verdad) precisamente por sus ideas y por atreverse a defenderlas cuando eso era un acto valiente..
Y hay que hacerlo por justicia (aparte de por corrección y rigor histórico y terminológico) para no menospreciar precisamente a quienes sí sufrieron a los verdaderos fachas para los que habría que reservar el término despectivo (precisamente para mantener su verdadera dimensión y no banalizarla) y que fueron los descontrolados de Falange en la represión de posguerra, los guerrilleros de Cristo Rey de Fuerza Nueva enguantados y engominados que campaban a sus anchas en los principios de la transición, los asesinos de los abogados de atocha..

Hemos aceptado frívolamente esta reducción de llamar fachas  a los votantes del PP (o a cualquiera que me contradiga si me creo en poder de la verdad progresista) y no nos damos cuenta que el término tiene grandes similitudes con “NeoNazi”, que nunca aceptaríamos como insulto moderado.

.. O eso o es que quien lo usa demuestra una gran ignorancia histórica, que también.

Para mayor abundamiento en el tema.

.. Y ya.


(*) En la línea de las aceptaciones de “Almóndiga, “Cokreta”, etc.

lunes, 1 de enero de 2018

YA IBA SIENDO HORA


..De que un blog dedicado a la crítica a la manipulación y a ensalzar como valores deseables la búsqueda de la verdad y la objetividad guardara un minuto de silencio en homenaje al paradigma histórico del periodismo español de calidad. 

Manuel Chaves Nogales personifica el periodismo de verdad, el único periodismo que debería llevar ese nombre. En un momento histórico, la guerra civil española, en el que abanderar la verdad te costaba la vida con frecuencia y la objetividad era todo menos un aliado porque podías ser tachado de traídor por los dos bandos por ella, Chaves Nogales nunca renunció a su profesión, la de contar los hechos, con objetividad periodística, lo que debería ser (pero no lo es) una redundancia.

Fue un cobarde para unos, por no significarse en su opinión más claramente. Por no dejar a un lado los abusos de ese bando, de "los suyos", de los mismos que le acusaban de traición por supuesta equidistancia o de tibieza en su posición poco o insuficientemente agresiva contra el otro bando. Por no perdonar las injusticias que estos cometían fue tenido por poco fiable. Por no ponerse suficientemente del lado de "los suyos".  Por no atacar con la suficiente ciega ira a "los otros", por no compartir su fanatismo en aras, no de la moderación, sino de la verdad, más que cruda y cruel a veces en sus crónicas y obras.

Fue un "rojo" con el que acabar para los del otro lado, por no condenar el marxismo o por insultar al fascismo. Por contar las cosas como las veía y eran sin el matiz de los intereses ni la influencia de quienes necesitaban proyectar una visión concreta aunque no fuera cierta, ni el miedo del chantaje. Por no prestarse a la propaganda que sustituye y contamina el verdadero periodismo. Por no contribuir a envalentonar a las tropas o a acobardar a la población salvo si eso era consecuencia de reflejar lo que estaba pasando.


Por mirar la realidad con ojos de verdad, por ser ecuánime en la búsqueda del dato, por narrarla con pasión pero sin ceguera fue un enemigo para todos menos para los hombres y mujeres honrados que quieren hacerse una idea veraz de cómo son las cosas y para ello necesitan información que les ayude en su tarea. Eso es (debería ser) el periodismo.