viernes, 27 de septiembre de 2013

Y TU MAS.


LA MAS SIMPLE DE LAS DEFENSAS, EL MAS INFANTIL DE LOS ARGUMENTOS..

"Y tú más" (pincha aquí para flipar)

Extraordinaria la carencia del más mínimo talento dialéctico que hay en este país en que el "bandismo" más cutre es la norma y la ausencia de ética (pero la sobrada falta de vergüenza) rigen las relaciones sociales y políticas.

Aquí lo más que puedes esperar en el "debate" (¿?) de ideas es la defensa numantina de "los tuyos peor", la negación de la evidencia hasta la muerte y el corporativismo más acrítico y obediente con las instancias superiores.
Me cuesta pensar en un espectáculo más patético que el que se presenta ante nuestros ojos. En este escenario en lugar de la confrontación de ideas y datos en busca de soluciones a los problemas que nos acucian, lo que se puede ver en cada telediario son maniobras dilatorias, distracciones pueriles e infantiles que no engañarían a nadie (¿o si?) y sobre todo intercambios de acusaciones mutuas para las que la mejor defensa es "¡Pues anda que tú!". Denota un alto nivel intelectual en nuestra casta dirigente. Y sobre todo pone de manifiesto cual es su verdadero interés en todo esto: no soltar el poder, salir del barco que se hunde sin daños personales, ser reelegido para seguir en el machito, mantener el círculo de influencias, llevárselo crudo hasta que le pillen.. pero no el interés general ni el bien de los ciudadanos a los que sirven (Perdón, he manchado la pantalla mientras escribía con la saliva que ha salido despedida de la carcajada).

Y que lo usen desde los escaños ya es malo y se ha convertido en regla aceptada, pero lo que es intolerable es que lo usen las más altas instituciones que se suponen consagradas a la conciliación de ideas y puntos de vista, a la consideración, al arbitraje y la moderación.

En España podemos exportar desvergüenza, que de eso estamos más que sobrados. Pero tampoco andamos mal de simpleza intelectual y de bajeza moral. Cuando lo mejor que se puede decir del argumentario político es que se basa en "Y tú más" y que la defensa de los tuyos (independientemente de lo grave que sea lo que hayan hecho en un ejercicio del más absurdo de los corporativismos) es mantra sagrado, cuando las razones de los partidos consisten no en aportar sino en defenderse de las acusaciones, cuando al ciudadano se le trata de posicionar en uno u otro bando o de distraer con manos enguantadas para no ver la bolita.. es que hemos tocado fondo en la ética política.

Y si no estás de acuerdo conmigo en esto te recuerdo que "Me rebota y en tu culo explota.. y que tú mil veces más".


lunes, 23 de septiembre de 2013

LECCIONES DE "ANTIBANDISMO" (Paradoja Randyana)

TEMA 1: SALIR DE LAS TRAMPAS DIALÉCTICAS

Los más hábiles "bandistas" usan magistralmente el lenguaje en sus espurios intereses y puercas intenciones de tenernos enfadados y enfrentados entre nosotros. En ese arte se especializan usando las más variadas herramientas dialécticas. 

Una de las construcciones argumentales más frecuentes en su discurso para rebatir una idea anteriormente presentada es la "DISTRACCIÓN DE LO ESENCIAL CENTRÁNDOSE EN LO ACCESORIO".

Si queremos mantenernos en el terreno de la verdad, la coherencia personal, la ética y la justicia tratando de no ser "bandistas" hemos de estar especialmente vigilantes a esta sutil forma de manipulación.

Me estoy refiriendo a esos casos (por desgracia tan frecuentes) en que el interlocutor (la persona con la que mantenemos una conversación, el periodista que transmite la noticia tratando de crear opinión, el político que da su versión..) no debate con nosotros una idea, no se centra en rebatir la idea misma o discutir el fondo, sino que ante la falta de argumentos sobre ella usa la estrategia de la distracción tratando de que la audiencia olvide lo importante del tema (la idea misma presentada y discutida) y el debate pase a girar en torno a aspectos accesorios.

Se ve y oye esto muy a menudo. Cuando para rebatir una idea la argumentación en contra es por ejemplo desacreditar a quien la defiende.  Sutilmente se consigue que el peso la discusión pase a a ser sobre una cuestión instrumental y adjetiva respecto a la verdaderamente importante. Cuando te quieres dar cuenta has dejado de debatir sobre la esencia y lo estás haciendo sobre aspectos colaterales. 
Los más hábiles no solo consiguen con ello distraer, sino incluso a veces desmontar el argumento de la idea inicial mediante el de la accesoria.

Para ello suelen usar argumentos de distracción como:

- Los aspectos formales al presentar la idea.

"- Hay cosas que cambiar en la Constitución.
- Para ello hay contemplado un proceso de reforma."

- Quién la defiende (qué ideas ha defendido en el pasado, a qué grupo pertenece, que otras ideas tiene él o ese grupo, -Y ya no te digo las conexiones con otros grupos por lo que el "bandista" considera afinidad-, etc.).

"- El Toro de Vega es una tradición que da vergüenza.
- ¿este no era el que pidió al Rey que abdicara?."

"- A un fenómeno como la demanda nacionalista en Cataluña hay que prestarle atención y no obviarlo visceralmente.
- Quienes lo defienden se alinean con ETA en sus intenciones."

- La crítica al ejemplo puesto concretamente.

"- La justicia no es una ciencia exacta. A veces no funciona. En mi opinión con el Juez Garzón se actuó políticamente en el caso de las escuchas a los abogados.
- .. ¿Ahora defiendes a estafadores?. Porque te recuerdo que está inhabilitado por los cursos aquellos en que aceptó dinero del Banco Santander"

El buen argumentador (bueno en el sentido ético y también técnico) ha de tratar de devolver la conversación al debate de ideas, al eje, a la esencia.. no dejándose arrastrar  por la estrategia de distracción ni por la técnica concreta usada. No cayendo en la trampa "bandista". Retornando al debate sobre la idea discutida sutilmente, sin agresividad pero con contundencia, con empatía pero con asertividad.... y no caer en la peor de las trampas .. la de sentirse incluido en el bando al que nos adjudican por defender la esencia misma de la discusión de ideas: la libertad. 

NO POR DEFENDER QUE UNA IDEA SE PUEDA DISCUTIR ES QUE ESTAMOS DE ACUERDO CON ESA IDEA.. SOLO CON EL HECHO DE QUE CABE EL DEBATE SOBRE ELLA, QUE HAY QUE ESTAR ABIERTOS, QUE NO ES DOGMÁTICA LA OPINIÓN DE NADIE NI VERDAD ABSOLUTA.

lunes, 2 de septiembre de 2013

QUE NO LO DIGO YO, QUE LO DICEN OTROS MEJORES Y MUCHO MEJOR QUE YO..

Patente de corso

Arturo Pérez-Reverte 

Conmigo, o contra mí

Un lector me preguntó el otro día por mi escepticismo político: mi falta de fe en el futuro y mi despego de esta casta parásita que nos gobierna, sólo comparable a la desconfianza que siento hacia nosotros los gobernados: sin víctimas fáciles no hay verdugos impunes. Siempre sostuve, porque así me lo dijeron de niño, que los únicos antídotos contra la estupidez y la barbarie son la educación y la cultura. Que, incluso con urnas, nunca hay democracia sin votantes cultos y lúcidos. Y que los pueblos analfabetos nunca serán libres, pues su ignorancia y su abulia política los convierten en borregos propicios a cualquier esquilador astuto, a cualquier lobo hambriento, a cualquier manipulador malvado. También en torpes animales peligrosos para sí mismos. En lamentables suicidas sociales.

Hace dos largas décadas que escribo en esta página. También, en los últimos dos años, Twitter me ha permitido acercarme a lo más caliente de nuestro modo de respirar. Y no puedo decir que sea confortable. Inquieta el lugar en que una parte de los lectores españoles se sitúan: lo airado de sus reacciones, el odio sectario, la violenta simpleza -rara vez hay argumentos serios- que a menudo llegan a un desolador extremo de estolidez, cuando no de infamia y vileza. Cualquier asunto polémico se transforma en el acto, no en debate razonado, sino en un pugilato visceral del que está ausente, no ya el rigor, sino el más elemental sentido común.

Destaca, significativa, la necesidad de encasillar. Si usted opina, por ejemplo, que a Manuel Azaña se le fue la República de las manos, no encontrará criterios serenos que comenten por qué se le fue o no se le fue, sino airadas reacciones que, tras mencionar el burdo lugar común de Hitler y Mussolini, acusarán al opinante de profranquista y antidemócrata. Y si, por poner otro ejemplo, menciona el papel que la Iglesia Católica tuvo en la represión de las libertades durante los últimos tres siglos de la historia de España, abundarán las voces calificándolo en el acto de anticatólico y progre de salón. Pondré un ejemplo personal: una vez, al ser interrogado sobre mi ideología, respondí que yo no tengo ideología porque tengo biblioteca. No pueden ustedes imaginar cómo llovieron, en el acto, las violentas acusaciones de que escurría el bulto «y no me mojaba». Y es que en España parece inconcebible que alguien no milite en algo y, en consecuencia, no odie cuanto quede fuera del territorio delimitado por ese algo. Reconocer un mérito al adversario es para nosotros impensable, como aceptar una crítica hacia algo propio. Porque se trata exactamente de eso: adversarios, bandos, sectas viscerales heredadas, asumidas sin análisis. Odios irreconciliables. Toda discrepancia te sitúa directamente en el bando enemigo. Sobre todo en materia de nacionalismos, religión o política, lo que no toleramos es la crítica, ni la independencia intelectual. O estás conmigo, o contra mí. O eres de mi gente -y mi gente es siempre la misma, como mi club de fútbol- o eres cómplice de la etiqueta que yo te ponga. Y cuanto digas queda automáticamente descalificado porque es agresión. Provocación. Crimen.
Qué fácil resulta entender, así, nuestra despiadada Guerra Civil. Si ahora no se dan delaciones y paseos por las cunetas, es sencillamente porque ya no se puede. Pero las ganas, el impulso, siguen ahí. Me pregunto muchas veces de dónde viene esa vileza, esa ansia de ver al adversario no vencido o convencido, sino exterminado. La falta de cultura no basta para explicarlo, pues otros pueblos tan incultos y maleducados como nosotros se respetan a sí mismos. Quizá esa Historia que casi nadie enseña en los colegios pueda explicarlo: ocho siglos de moros y cristianos, el peso de la Inquisición con sus delaciones y envidias, la infame calidad moral de reyes y gobernantes. Pero no estoy seguro. Esa saña que lo mismo se manifiesta en una discusión política que entre cuñados y hermanos en una cena de Navidad es tan española, tan nuestra, que me pregunto quién nos metió en la sangre su cochina simiente. Desde ese punto de vista, el español es por naturaleza un perfecto hijo de puta. Por eso necesitamos tanto lo que no tenemos: gobernantes lúcidos, sabios sin complejos que hablen a los españoles mirándonos a los ojos, sin mentir sobre nuestra naturaleza y asumiendo el coste político que eso significa. Dispuestos a decir: «Preparemos al niño español para que se defienda de sí mismo. Eduquémoslo para que conviva con el hijo de puta que siglos de reyes, obispos, mediocridad, envidia, corrupción, violencia, injusticia, 

http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/774/conmigo-o-contra-mi/