Como sabemos el lenguaje es una de las herramientas mas utilizadas para promover el bandismo y favorecer la generación de odio, enfrentamiento y tensión. Hoy abordo una de sus mas manipuladoras instrumentaciones; la del uso falaz y malintencionado de las palabras grandes para describir conceptos pequeños.
Debemos vivir en una sociedad opulenta y acomodada (es una ironía retórica, es evidente que es así) cuando rebajamos con tanta facilidad la gravedad de algunas palabras. Me sucede que leo y oigo con frecuencia usar términos mayúsculos, grandilocuentes y de gran importancia, palabras que tendríamos que reservar para ocasiones destacadas y no usarlas con tanta facilidad ni permitir que nadie lo hiciera, aplicadas a realidades que desde luego no se definen con el término usado ni tienen esas dimensiones. Suelen ir aparejadas a la defensa o ataque de colectivos completos en esa escalada del lenguaje que tan de moda está recientemente. Y no debemos tolerar estas rebajas en el significado de algunas palabras por respeto a las realidades que sí definen (o por tener claro a quien no hay que tener respeto).
Me pasa con la palabra fascista (o su diminutivo facha) que por elevación se usa en exceso para referirse no a los fascismos históricos sino a todo el que no está de acuerdo con mis ideas. Empezó haciéndose esto como insulto hiperbólico pero quien lo usaba era consciente de estar exagerando para ser más ofensivo. Sin embargo de un tiempo a esta parte se usa simplemente para referirse a toda persona que manifiesta una idea que no está clasificada entre las supuestas ideas progresistas.
También sucede con nazi por ejemplo como sufijo a femina para significar extremismo o postura polarizada, o con machismo añadido a micro.
Me sucede de la misma forma con la palabra opresión, que veo usada con ligereza en defensa de colectivos de la más variada índole (religiosos, lingüísticos, sexuales, regionales,..) pero que no se corresponde con la realidad de lo que yo entiendo por un colectivo oprimido al pasear por las calles de esos lugares, entrar en sus bares, hablar con esas gentes, verlas manifestarse en redes o espacios públicos, etc. Me parece a mi que hay mucha exageración desmedida en el uso de mucho opresor y mucho oprimido.
De la misma manera este lenguaje de saldo se usa habitualmente en los medios y por los personajes públicos. Me molesta oír usar la palabra terrorismo aplicada a cualquier otra cosa distinta del verdadero terrorismo, solo por acentuar lo pernicioso de algo o aumentar el carácter despectivo del comentario: "terrorismo del lenguaje" ¿Que es eso?
También es frecuente para algunos hablantes creer que basta con añadir otra palabra (por ejemplo "político") a una de estas palabras con carga importante para atenuar su gravedad en el lenguaje cotidiano y así oímos "asesinato político", "masacre política", etc.
Tenemos que dejar de usar estos términos tan a la ligera por respeto a las realidades que realmente definen. Por respeto a los colectivos verdaderamente oprimidos, al sufrimiento provocado por los auténticos fascistas, por los nazis reales, etc. A veces me avergüenza lo que pensaría un gay checheno, un esclavo negro o un cristiano kurdo si les expusiéramos ciertas situaciones consideradas por algunas personas como de "opresión". Creo que hay términos graves que deberíamos reservar para las situaciones y realidades graves. O usarlos con respeto si se trata de una hipérbole, pero desde luego jamás utilizarlos sin saber lo que estamos diciendo realmente, no lo que estamos queriendo decir, o llegará un día (Yo creo que ya ha llegado) que no recordemos el mal verdadero porque creamos que el mal era esto, y olvidemos lo que fue el fascismo, lo que es la verdadera opresión, lo que hizo el nazismo, lo que hace e hizo el terrorismo, lo que es el machismo real y el daño que provoca..
Las causas verdaderamente justas e importantes se banalizan con este uso hiperbólico del lenguaje.
Y ya.