No. No vale todo. Así no.
Ni aunque tuvieras razón vale todo. Que puede que la tengas. O no. No lo sé. Ese no es ahora el tema.
Deber haber reglas. No puede tratarse solo de sembrar la cizaña gratuitamente, alimentar el odio de los que están esperando su dosis diaria, destruir por destruir, estar enfadado y hacer que nos enfademos todos unos contra otros. Pobre objetivo vital es ese de conseguir tensión, de predisponer a la ciudadanía al enfrentamiento mutuo. Generar odio es la más triste de las misiones autoimpuestas. No me imagino meta personal más digna de pena.
No cabe refugiarse en que lo que acusas es tan grave y estás tan harto que cualquier método vale. Hemos de mantenernos cuerdos, civilizados, humanos. Esto no puede consistir solo en la soflama radical, en sembrar el mal rollo, despertar la víscera, enarbolar la guadaña vengadora y arengar a las masas furibundas encabezando movimientos de hastiados listos para el linchamiento y turbas de personas que no necesitan pruebas de lo que dices si les refuerza lo que ellos creían o sospechaban. No puede bastar con lanzar a las masas contra quien manifieste desacuerdo con tus opiniones o con tus métodos exigiendo adhesión inquebrantable so pena de ser tenido por traidor o simpatizante de quien acusas, ni simplemente en tirar la piedra en el deseo de que las aguas se agiten. Ese es el compendio de lo peor del ser humano. Así no se logra la regeneración que dices perseguir. Y lo sabes..
Por justa que sea la causa que dices defender pierdes la razón por equivocar el método. Nada te permite arrogarte el derecho de arruinar honras y vidas sin pruebas amparado en el poderoso impulso del infundio insinuado, la acusación sembrada en el terreno de la duda creada, la sospecha alimentada de nada, el rumor maledicente..
Hay límites. Las decencia debe serlo. Eso que haces es inquisitorial y malvado. Es ponerse al nivel de lo peor que dices denunciar. No es periodismo, ni crítica, ni denuncia siquiera. Eso es insultar y ofender a base de sembrar la duda sobre la honorabilidad de las personas, y puede que injuriar y calumniar incluso. Acusar para ver qué crece, dejar caer insinuaciones sin respaldo, acosar entrando en lo personal, exigir posicionarse contra otros como muestra de lealtad a tu visión de lo correcto, promover los más bajos instintos. Odiar y promover el odio.
La crítica es necesaria, la denuncia vigilante es de agradecer.. pero los fines no justifican todos los medios. No debemos dejar que la amenaza sea el instrumento, el chantaje la herramienta, el matonismo la regla, el lenguaje agresivo y ofensivo el recurso. Tiene que haber métodos más limpios y honrados.
La ambición de que se escriba hater y salga tu rostro no es legítima. Si algo nos sobran son profesionales del odio independientemente del bando en que militen, polarizadores y enfrentadores, suicidas en busca de su minuto de gloria en martirio social para apuntarse al bando de los supuestos perseguidos por los poderes ocultos.
No quiero que nadie me diga quienes son mis enemigos. Ya sé quienes son. Quienes lo hacen son mis enemigos.
Y ya.
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