martes, 17 de julio de 2012

Mi amiga la bandista conformista:


Tengo una conocida que no es mala persona. Yo aún diría más, creo que es buena. Sin embargo es bandista. No puede evitarlo. Es superior a sus fuerzas. Ya no se da cuenta cuando tiene esos comportamientos, pero son constantes, a todas horas, como tics. Y a mi me cuesta mantener una buena relación con ella porque no quiero tampoco ir de corrector por su vida, ni que sospeche actitudes paternalistas en mí. Y menos que nos enfademos. Pero a veces cuesta.

No es que sea una de esas personas que promueven activa y conscientemente el bandismo como actitud social. Cizañeros sádicos que obtienen placer del enfrentamiento ajeno. No es eso. Ella simplemente es una bandista conformista. Ha aceptado lo que cree inevitable. Asume que todos somos enemigos unos de otros y nos movemos únicamente por el interés por lo que hemos de defendernos agrupándonos a nuestros iguales y tener claro quienes no lo son.

Para mi amiga solo cabe relacionarse con los que piensan como ella, lo cual hace que se refugie en “los suyos”. Tiene un cierto temor a los discrepantes, fruto de cierta inseguridad en si misma. Les ve como algo a evitar si es posible. Rehuye la conversación pues la concibe como confrontación. Cualquiera que critique una idea que haya oído a uno de los de su bando ya es automáticamente categorizado como enemigo y como mínimo despreciado. A la mínima salta. 
Cree que no puede aceptar simplemente que haya divergencia de opiniones o diversidad. Los demás están equivocados si no están de acuerdo con ella y con los suyos.
Repite consignas que ha oído a alguien a quien respeta o simplemente a uno con sus mismas posturas. Mantiene en público ante desconocidos una actitud prudente y moderada (en los foros y en facebook sin embargo se desata hacia posturas radicales y más si cabe el anonimato) y sin embargo en cuanto se sabe entre los que piensan como ella de algún tema se muestra como es en realidad.

Tiene ideas preconcebidas e incluso decididas de antemano sobre algunos temas sin haber pensado nunca en ellos, ya que acepta lo que se supone que debe pensar de ellos. Para ella la regla sagrada es el respeto a la disciplina de partido a lo que llama lealtad y que es obediencia ciega. La educaron así.

Etiqueta con facilidad y agrupa las ideas por lotes como si fueran juntas. Para ella quien va en bici por la calle es de izquierdas, fuma porros, es antitaurino y posiblemente vegetariano igual que quien sale de misa es un clasista de derechas a quien seguro emociona la música militar.

Tiene necesidad de tener a la gente clasificada. Saber quien es quien y a qué facción pertenece. Te adscribe a algún bando por mínimos detalles y nimiedades estableciendo curiosas relaciones. El otro día me dijo que si me gustaban las rubias es que era un machista. Siempre se refiere a cada uno poniéndole el apellido de su supuesta adscripción: “Este es PPero”, “cuidado con lo que dices que Carlos es Catalán”..Cada uno de estos grupos conlleva toda una serie de ideas conectadas que se te presumen si tienes una sola de ellas. Cree que tú también haces lo mismo y estás en un grupo para defender sus intereses frente a los del otro.
Mi amiga necesita un enemigo para existir. Alguien en quien focalizar sus iras. Estos días tiene donde elegir. Va pasando, según la digan los medios afines, de la banca a los funcionarios, de la clase política a los antidisturbios, de la monarquía a los sindicatos..

Ella no ve individuos, no ve personas, .. sino frentes. Y necesita saber constantemente si estás en el suyo o en el contrario. Creo que es un mecanismo defensivo innato, o como mínimo una expresión de comodidad. Ello la evita tener que pensar por si misma, ser crítica y tener sus propias posturas. Así se ahorra tiempo. También se ahorra la ingrata tarea de tener que hablar con alguien para conocerle. Se salta ese paso haciendo presunciones, prejuicios, conexiones absurdas y clichés. Así ya sabe cómo es sin necesidad de relacionarse. Y por último se ahorra contar. Es más fácil contar bandos que personas individualmente. Salen menos.


¿Tú también conoces a mi amiga?

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