martes, 3 de octubre de 2017

EL VERDADERO ENEMIGO

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El verdadero enemigo, ese contra el que hay que luchar con todas las fuerzas, es el fanatismo, el dogmatismo. Toda postura cuyo defensor no pueda encabezar su discurso con "Puede que esté equivocado" o "Esta es mi opinión pero estoy abierto a intentar entender la tuya".

DOGMATISMO es creerse tan en posesión de la verdad que se piense que el discrepante está equivocado por completo, tanto que he de corregirlo, convencerlo, señalarlo, marcarlo, acusarlo, apartarlo, hacerle sentir incómodo, atemorizarlo, excluirlo, expulsarlo a ser posible, tacharlo de enemigo, de traidor, eliminarlo en último extremo, construir una sociedad solo de los míos o de discrepantes callados por miedo. Dejar claro de manera aplastante que es evidente que la verdad está conmigo, que tengo la razón, que no cabe otra visión distinta a la mía,..
Creerse tan poderosos avalados por la verdad absoluta que te respalda como para sentirse legitimado a sustituir al otro en su capacidad de decisión dado su error evidente, considerarse validado para imponer tu verdad a los otros aunque sean mayoría por considerar que están errados y porque tu verdad es lo suficientemente importante como para estar por encima de ellos y sus miserables conciencias inferiores.

Es salir como ejércitos de camisas pardas o vigilantes de la pureza y el cumplimiento de la ley islámica a amedrentar al otro, a sus hijos pequeños, a sus familias. Es hacer listas de los que no hacen lo que yo quiero, opinan distinto o no se muestran tan entusiasmados con mi causa como deberían y como yo juzgo que habrían de hacerlo. Asegurarme de que van a votar o incluso de qué han votado lo correcto, hacer imposible la convivencia con ellos si no se someten. Es invadir las aulas a gritos, es contar a los otros, es divulgar sus nombres para que todas las alimañas ávidas de sangre y de "enemigos necesarios" tengan en quien cebarse. Es ser turba callejera, coaccionar a los periodistas, amenazar a los que colaboren con el adversario, intimidar a los viandantes, a los comerciantes, a los demás ciudadanos.. Es convencer de tus ideas a las mentes que están creciendo para que cuando sean mayores nutran tus filas. Es decir que por encima de la ley está tu visión de destino de tu pueblo y que ante eso nada debe detener tal poder.

Es avanzar orgullosos como camisas negras por la calle mayor en muestra de que ahora eres tú quien manda y que se va a hacer desde ahora lo que tú digas. En señal de que quien discrepe se las verá contigo y será aniquilado socialmente en el mejor de los casos. Y hacerlo amparado por lo que crees un bien superior, tus ideas, aunque sea para imponerlas a quien piense distinto. Tan superior que merece la pena barrer al otro si se resiste. Sin tener su realidad y su propia visión en cuenta. Es asomarse al balcón y declararte guía de tu pueblo saltándote la ley y sin el respaldo de la garantía de la democracia argumentando que no te dejan otra posibilidad dada la "cerrazón" de los otros. Es la incoherencia de sostener que puesto que no quieren dialogar tu postura será imponer.

En los casos más extremos se manifiesta como enfermedad incluso; esa forma de esquizofrenia que distorsiona tanto la realidad que se tiene ante los ojos que se termina creyendo la única y verdadera, sin alcanzar a comprender cómo es que los demás no la ven como tú. O la que permite relativizar los principios poniéndolos, por importantes que sean, al servicio supeditado de la causa mayor de tu causa.

Esa SI es la verdadera definición de una actitud fascista aunque no encaje exactamente con la definición política de fascismo.

Y SÍ, hablo de lo que los independentistas catalanes más radicales están haciendo con el resto de los catalanes. Ahora SÍ se puede hablar de opresión, pues ahora SÍ hay catalanes oprimidos allí. Han vuelto a demostrar que son más españoles que nadie. Tienen en el ADN la esencia de serlo: el revanchismo. En cuanto se han sentido con fuerza suficiente han olvidado lo que se sentía siendo minoría y han optado por aplastar la diferencia sin medida hasta anularla.

Si alguien se preguntó alguna vez por qué no hizo nada el pueblo alemán ante el avance del nazismo igual encuentra explicaciones en la realidad a su alrededor hoy.

Y ya.

Para mayor abundamiento